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Un mundo convulso que requiere arreglo (27/07/2011)


Mucho está ocurriendo en el mundo como para pensar que la armonía domina los escenarios de la política regional o global. Es de destacar, que los hechos recientes en Noruega, serían suficientes para iniciar una reflexión –que sí haremos aquí- sobre los problemas de la naturaleza humana y la naturaleza política de la vida de naciones enteras. A estas alturas del siglo hay también temas candentes y añejos como la irresuelta salida de Gadafi de Libia, la amenaza terrorista, la crisis financiera y económica mundial que tiene a la zona Euro al borde de una crisis de deuda sin precedentes. 
De no instituir una estrategia preventiva de riesgos internacional consensuada y de largo plazo para contenerlos, considero que estos y muchos otros temas que afectan el sistema mundial, impactarán crudamente las políticas internas de varios países. Está visto, por ejemplo, que la crisis griega amenaza no sólo la estabilidad económica de la UE, sino la de países como España e Italia que han visto dispararse sus primas de riesgo respectivas. La economía de EU está a punto de quebrar y Washington tendrá que declarar la suspensión de pagos si no hay un acuerdo bipartidista, que la conocida mezquindad de la clase política (muy en particular de la derecha dura republicana) no ha permitido. La pregunta es si EU está dispuesto a perder el prestigio que mantiene como la principal potencia económica y provocar un daño a la economía mundial irreparable. El caso estadunidense, el griego, el de la crisis de deuda global pone de nuevo sobre la mesa dos asuntos: al servicio de quién están la política y los políticos y en dónde quedó el Estado, principal responsable de la desregularización de los mercados internacionales. En pocas palabras, es relevante preguntarse qué poderes están detrás del control de la economía internacional, como para explicarse por qué no hay ninguna medida estatal de fondo que se implemente y que se regule, a la vez, por los organismos económicos internacionales, que para eso en teoría debían de servir.
Libia es un asunto que, desde la emisión de la resolución 1973 de la ONU, tiene entrampado a todo el mundo. Por un lado, el  tribunal de la Corte Penal internacional emitió órdenes de detención contra Gadafi, acusado de crímenes contra la humanidad. Por otro lado, algunos actores influyentes pretenden intercambiar (y secuestrar) esta orden de la justicia internacional por una negociación política que le permitiría a Gadafi una “salida” para que deje el poder, que incluso podría incluir residir en su país. ¿En dónde está, entonces, la ONU y sus resoluciones, así como el resto de los organismos influyentes? Habrá que ver que tan de fondo es esta crisis sistémica en el transcurso de los meses en que la guerra civil Libia se detenga y se resuelva.
El asesino noruego, Anders Behring Breivik, islamófobo extremista, pone crudamente en evidencia al discurso nacionalista y xenófobo de fuerzas políticas europeas, que como la del Partido del Progreso, han dado rienda suelta a sus fobias en los foros públicos de ese país. Johan Galtung, sociólogo Noruego y experto distinguido en estudios sobre la paz, sostiene que las ideas detrás de la matanza de Oslo y Utoya están vivas en toda Europa y que es preciso confrontarlas y no ignorarlas. En Europa, el ascenso de estas ideas ha sido posible gracias al ascenso de la extrema derecha, cuya creciente presencia en los sistemas políticos y de poder formales, constituye una amenaza que debería ser debatida ampliamente, toda vez que han desatado una espiral de violencia  verbal (y mortal como ya se vio en Noruega). Es decir, se trata de atender un asunto que constituye un impedimento para el progreso y el avance democrático. Lo dice bien Toharia: “quienes se complacen en lanzar a los cuatro vientos y sin complejos palabras como puños tarde o temprano tienen seguidores desequilibrados dispuestos a prescindir de las primeras y usar exclusivamente los segundos… gradualmente ensanchando su efecto tóxico”. No hay duda de que el mundo que habitamos requiere de un urgente arreglo.
Analista político. Investigador y profesor de la UNAM
Twitter: @JLValdesUgalde

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