José Luis Valdés Ugalde
Lo que es pasado es prólogo
Shakespeare
Después del fracaso político que mostraron las negociaciones bipartidistas en EU sobre el presupuesto y aún cuando este fue aprobado en el congreso después de miles de accidentes, se ha provocado la degradación de la deuda soberana de EU por las calificadores de deuda de la máxima usual de AAA a la de AA. Esta histórica degradación, que en lo que respecta a Standard and Poors basó cuestionablemente su juicio más en una valoración política que en las cifras, golpeó severamente a EU y agudizó una crisis que ya era latente en otras latitudes de la economía global, principalmente las europeas; y cuyas implicaciones globales son aún inmedibles toda vez que es incierto aún cómo será el comportamiento de los mercados (las bolsas) y en consecuencia el de la economía mundial. Siendo desde luego trascendental el brutal impacto económico del desarreglo político, es de mi mayor interés tratar este último en este análisis.
La pugna reciente entre las fuerzas políticas estadunidenses que hoy devino en una eclosión económica, inicia desde 2007-08, en el mismo momento en que Barack Obama, en una elección histórica, se convierte en el 43º presidente de EU. Argumento como lo he hecho anteriormente que el pudor WASP, predominante entre la elite política de Washington consideró inadmisible: 1, que un negro fuera presidente, 2, que un político, joven y advenedizo, en suma, un “outsider” para los estándares de la clase política más conservadora y sus seguidores, les dijera a los estadunidenses que tenían que hacer con su vida, 3, aunado a lo anterior se reforzó el argumento ideológico y reactivo en contra de Obama, a quien no han dejado de acusar de “socialista”, y 4 y último, aunque no menos trascendente en virtud del hecho de que es consecuencia inmediata de las tres estigmatizaciones previas, se acusó a Obama de no ser estadunidense y cristiano. Es decir, se le sujetó a la eterna (y muy gringa) incertidumbre desde la que se sometió a la duda colectiva su pertenencia al mainstream de EU. Se le cuestionó así, desde el prejuicio, su derecho a la pertenencia y a la identidad como ciudadano y en esta dinámica canalla debate tras debate desde que es presidente, se ha intentado secuestrar su persona política. En el contexto de la discusión presupuestaria el discurso del Tea Party se volvió un discurso regresivo y anti moderno y ha sido responsable de someter a la peor prueba de fuego al conjunto del sistema estadunidense. El Tea Party, aunque fuerza de incierto futuro, hoy en día está fuera del control de un Partido Republicano damnificado y paralizado por la inercia centrífuga que esta misma fuerza le imprimió a su nueva condición de partido buffer. En aras de herir a muerte a Obama con miras al 2012, estas fuerzas políticas no midieron los riesgos a los que someterían su economía y su propio futuro político de corto y mediano plazo, hoy en día mucho más incierto que el de Obama, toda vez que fue su extremismo el que imposibilitó el acuerdo político necesario para salvar esta crisis. Todo lo cual dejó a Obama en un cómodo centro que lo hace más viable de lo que se pensaba para un segundo periodo.
Aunque es cierto que la calidad argumental y moral de calificadoras como Standard and Poors está bajo la lupa del mundo entero, lo cierto es que han sido los propios actores internos los causantes de un trance de magnitudes globales. El sistema político estadunidense está en una seria crisis y atrapado en un retraso de representación que ya acusaba serias fisuras desde los setenta. La falta de acuerdo entre los poderes ejecutivo y legislativo y la ceguera estratégica de algunos actores políticos, ha puesto en evidencia su inefectividad. Todo esto es cierto, pero se vuelve más grave todavía cuando una narrativa del siglo 17, representativa de la nación originaria (“la ciudad sobre la colina”) y hoy en día primitiva y retardataria por aislacionista, chovinista racista y xenófoba, se convierte en el blasón que inclina la balanza de las decisiones y sabotea el acuerdo nacional sobre el futuro. En esta ocasión la facción WASP más corrompida del sistema ha sido la responsable de la mayor crisis política desde Watergate.
Analista político. Investigador y profesor de la UNAM
Twitter: @JLValdesUgalde
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