Se ha dado por sentado en el caso de algunos observadores dentro y fuera de EU, que el presidente Obama está acabado políticamente debido a la agreste trayectoria que su presidencia ha tenido. Que su reelección se ve lejana y esa calamidad política retardataria y primitiva infiltrada en el Partido Republicano, el Tea Party, ha logrado convencer a todos de que Obama ya no es viable. Bien, pues soy de la opinión de que aún veremos muchas sorpresas por demás interesantes en el proceso político de EU y en consecuencia enormes desafíos y posibilidades para el entorno de Estados Unidos.
He escrito aquí sobre el carácter extraordinario y excepcional que supuso para EU y el mundo el cambio cívico por el que los estadunidenses optaron cuando votaron a favor de Obama (considerado por muchos como el político más brillante desde Kennedy), y lo convirtieron en el primer jefe de Estado del mundo occidental proveniente de una minoría étnica. Se trató entonces de un desafío al “pensamiento racial” estadunidense y se tratará también, de ser reelecto en 2012, de lograr enterrar por completo la estaca en el corazón del racismo estadunidense. En este sentido, se puede afirmar que el voto presidencial de 2008 fue un parteaguas y un acto cívico colectivo, como afirma Richard Ford, en contra de la probada frivolidad e incompetencia de Bush. También constituyó uno de esos despertares infrecuentes de una sociedad más bien desganada respecto a la conducta y las decisiones de su gobierno. Aunque muy dividida, la de 2008 fue una elección determinante por todo lo que ha significado para el proceso democrático de EU. Fue de tal importancia la elección de Obama que, de hecho, si no es reelecto, esto se convertirá en un pasivo toda vez que el pensamiento racial resurgirá doblemente estimulado por haberse deshecho de él y por haber erradicado lo que simbólica y políticamente representa para el presente y el futuro de EU. Aunque no nada más el votante de EU suele dormirse en sus laureles (sólo piénsese en el probable voto mexicano por la restauración autoritaria), el voto estadunidense de 2008 fue inédito y demostrativo de que esa sociedad ha podido cambiar y superar algunas inercias recalcitrantes y tratar de imponerse a la percepción de fracasado que en el exterior se ha tenido del sistema de gobierno dominante, particularmente desde que en 2001 los republicanos dieron el golpe de mano que les permitió acceder a la presidencia.
Lo anterior tiene sentido por el hecho de que Obama, de acuerdo con encuestas de noviembre de NBC-The Wall Street Journal, ha conservado una base social estable, que al contrario de los argumentos en contrario, podría llevarlo a la reelección. Veamos: ningún otro precandidato tiene una base más solida de 44% que él. En la más reciente encuesta, por ejemplo, el encuestador demócrata Peter Hart encontró que Obama obtiene 44% arriba de Mitt Romney, uno de los más firmes precandidatos republicanos, y frente al independiente Ron Paul. Además, cuenta con 44% de aprobación como presidente, 45% de aprobación personal y 45% afirmó que “probablemente” votarían por él en 2012. Gallup reporta que mientras Obama tiene 43% de aprobación en general, cuenta con el respaldo a su gestión de 91% de la población afroestadunidense, la cual optaría por él en un probable 95 por ciento. Entre los llamados liberales, Obama capta 70% y entre los votantes demócratas 75 por ciento. Obama, entonces, puede ser reelecto independientemente de no haber cumplido con los resultados esperados debido a la resistencia de una oposición reactiva y destructiva. Podría ser que los electores ya se hayan percatado de esto y acepten ofrecerle en 2012 la mayoría que requiere para cumplir con su proyecto presidencial.
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