El presidente Calderón sigue teniendo prisa. Tiene prisa en atrapar el futuro desde el día en que inició su atropellada presidencia con grandes presiones, inseguridades y accidentes, que han marcado y en algunos casos manchado, su mandato. Se trata de limitantes serias que han provocado una inhabilidad estructural para delinear una gran visión de Estado sobre los temas primordiales de la agenda nacional. Esto también ha implicado que haya habido falta de mesura y sabiduría en los planteamientos de Estado que son de su competencia, todo lo cual lo llevó a fallarle a Gómez Morín, al menos en los términos en que aquél concebía la acción política. El fundador del PAN planteaba desde sus tiempos oposicionistas que “siempre llegan los momentos que se desean limpiamente y se gestionan con eficacia” (lo contrario del “haiga sido, como haiga sido”). El lúcido pionero de la oposición demócrata contra el aparato autoritario de la posrevolución, se proponía la construcción de un movimiento cívico para “mover las almas” de la Nación a través de la “brega de eternidades”, en aras de un fin último que era la democratización del país. Calderón no lo entendió. Se impacientó, se olvidó de ciudadanizar y gestionar con eficacia el ejercicio de su poder –valor máximo de su causa política histórica- el cual ha compartido primordialmente con sus amigos de confianza, quienes ya conforman una casta política más bien alejada del interés y sentir ciudadanos. Se volvió un presidente impetuoso y soberbio que no le ha hecho justicia a la modesta autocrítica cuando de reevaluar acciones se ha tratado.
En este marco son dos los temas pertinentes de analizar. El primero es su cruzada anticrimen, que se ha fincado en el pilar del prohibicionismo y la criminalización. El éxito relativo que la cooperación con EU en el marco de la Iniciativa Mérida (IM) ha tenido, es preámbulo y consecuencia del empecinamiento presidencial. El segundo es su posición frente a la migración mexicana a EU. Dos temas concatenados en nuestra relación bilateral y de los cuales penderá en gran medida la política exterior de su sucesor(a). La clave de una lucha con riesgo y responsabilidad compartidos contra una amenaza transnacional como el crimen organizado, es la plena concertación de acciones y estrategias entre las partes. Es sabido que la contigüidad con EU ha hecho que México quede en una posición de desventaja, cuando no de subordinación. Sin embargo, en 2006, al decidir precipitada y unilateralmente una guerra frontal contra los carteles, México se condenó a una subordinación aún más grave frente a la cual es claro que los discursos triunfalistas de Calderón no sirven de nada. La debilidad de México se acentuó debido al abandono y relativa soledad a la que se auto sometió por esta decisión temeraria. Aunque la esencia de su crítica contra el lavado de dinero, el mercado de drogas, el tráfico de armas y demás irresponsabilidades de EU es correcta, ya no es suficiente por ahora para invertir el hecho de que sea México el teatro de guerra y de muertos y EU el de la “impunidad”. La equivocada unilateralidad de Calderón expuso a México a una asimetría mayor frente a EU. Lo mismo nos ha ocurrido con el tema migratorio. El último desliz presidencial lo dice todo: ante la noticia reciente de que la disminución de la migración mexicana a EU en el último lustro había bajado a cero, el presidente declaró que esto se debía a la mejora en oportunidades de empleo, educación y salud en México. Sin embargo, una vez que dilucidó mejor los datos del estudio del Pew Hispanic Center, aceptó que las razones eran más bien ajenas a las que había mencionado, a saber, recesión, crisis de empleo en EU y reforzamiento fronterizo y deportaciones. Ocurrió otra vez que el Jefe del Estado mexicano demuestra porqué no es un negociador efectivo frente a Washington y vuelve a poner en evidencia porqué EU asumió hace tiempo que su vecino mexicano no era un interlocutor confiable ni efectivo. Ante este escenario fallido de ejercicio del poder Gómez Morín, hombre de buena fe al fin, estará revolcándose en su tumba y quizás también estarán muy incómodos algunos otros que aún viven y que heredaron sus convicciones.
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