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El camino hacia la no libertad y de las aduanas políticas

El domingo pasado le fue detenida la velocidad y la intensidad a un régimen que se creía imparable y que hoy por hoy, a pesar de que presume de lo contrario, es un régimen corrupto, deshonesto intelectualmente, inoperante e ineficiente en lo que se refiere a los ofrecidos índices de crecimiento y prosperidad de la economía y vida pública de los mexicanos. Perdió el control de las variables del desarrollo nacional sostenible y a pesar de eso, presume cínicamente de exitoso su proceso.


Creo que por detrás de las razones concretas que llevaron a los cuatro partidos de oposición (mayoría nacional) a votar en contra de la contrarreforma eléctrica (de tener un proyecto arcaico y soberanista de la producción de energía eléctrica en pleno siglo de la diversificación de inversión en la energía limpia), la gente demandó un voto en contra del retroceso autocrático al que una minoría nacional y un Presidente diletante quieren someter a la sociedad, que en su mayoría ha votado en contra de Morena desde 2018. Y que hoy en día está harta de la deriva autoritaria del presidente López Obrador, cuya perla más reciente es la campaña neofascista de caza de brujas en contra de los parlamentarios que difieren de la visión de país que tiene el partido dominante y el jefe del Ejecutivo que sigue insistiendo, en su desesperante y enferma terquedad, que son “traidores a la patria”. La pregunta es para qué quiere Morena las reglas del sistema democrático, del que emana ella misma, cuando las viola todos los días. Dudosamente de izquierda, esta fuerza política no le sirve a la democracia mexicana. Más bien, éstos son los actos desesperados de una fuerza de choque conservadora y autoritaria que en el nombre de la defensa de la patria soberana (con todos los primitivismos políticos incluidos) pretende defender la soberanía nacional; se asemeja en mucho a los impulsos represivos de Viktor Orbán, de Fidesz, en Hungría, y de Mateusz Morawiecki, de Ley y Justicia, en Polonia, ambos, partidos ultraconservadores y ultranacionalistas, con una sustancia político-ideológica de derecha extrema y que han llevado en Europa las negociaciones a extremos inéditos, y entre los cuales se incluyen sus alianzas con fuerzas retrógradas como la de la francesa, Reagrupamiento Nacional (RN), de la señora Marine Le Pen, quien, por fortuna, parece que perderá en las elecciones presidenciales que se realizan hoy en Francia


El historiador Timothy Snyder en su libro El Camino hacia la no libertad (The Road to Unfredoom), del que tomé prestado parcialmente el título para este artículo, nos sugiere que “en lugar de gobernar, el líder crea crisis y espectáculo. La ley deja de significar unas normas neutrales que permiten el progreso social para consistir en el sometimiento al statu quo”. Pues bien, ésta es una fotografía nítida del régimen que hoy gobierna México y de los ya mencionados, sin olvidar a Bolsonaro ni a Putin. La 4T no es un proyecto de nación. Se trata de una narrativa replicada hasta la saciedad que no ubica ni quiere entender los nuevos factores de poder que explican la política local y global que hoy predominan en nuestro tiempo. El rechazo a la ley eléctrica por parte de la oposición, que representa una mayoría nacional, es una (muy importante, pues sienta un precedente de gran trascendencia) de las pocas aduanas jurídico-políticas que aún faltan para desbarrancar el gobierno fallido mexicano y que, repito, insiste en autoproclamarse como exitoso. La siguiente aduana sumamente importante será la reforma electoral, que el gobierno exige mañosamente para poder garantizarse su imposición antidemocrática en los procesos electorales venideros, especialmente la contienda presidencial de 2024 y en la cual Morena buscará imponerse violentando las reglas, tal y como lo hizo en el confirmatorio (por revocatorio) que fue, por lo demás, una derrota para AMLO, dada la baja participación ciudadana y, en consecuencia, la pobre respuesta al desesperado llamado de la 4T a que la ciudadanía –en el antitético ejercicio de ciudadanía que armaron– actuara, secuestrada, para el beneficio partidista y no para el bien del país: la convocatoria al confirmatorio nunca de los nuncas fue solicitada por nadie, sino sólo por la corte de AMLO y él mismo, que querían con este ejercicio realizar un ensayo de fraude electoral como el que planean para las próximas elecciones (2024), en el entendido de que lograran salirse con la suya en su propósito de derrumbar a la máxima institución democrática del republicanismo electoral, el INE.


El camino no libertario, pues, lo representa esta concentración autocrática que tiene en Morena y en López Obrador a un liderazgo, pero también a un movimiento y a un político sin carácter de demócratas y a quienes ya se les acabó el combustible para consagrarse (AMLO) como un Presidente de trascendencia histórica. Sus últimas aduanas acabarán confinándolo al basurero de la historia.



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