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El precio de la hegemonía (I)

José Luis Valdés Ugalde 29/06/2014 en Excelsior

En la película de Hitchcock Pero... ¿Quién mató a Harry?, todos eluden, desaparecen, ignoran o se asustan con el cadáver del asesinado Harry, tirado en un descampado inglés. El símil nos permite echar una ojeada al sistema internacional y la complejidad que la política exterior de EU enfrenta desde 2008. Hay un cadáver en potencia que nadie puede o se atreve a mover. Se trata del orden global y la cuestión de cómo enterrarlo, reinventarlo y/o revivirlo en estos tiempos convulsos y llenos de acontecimientos que nadie se esperaba que emergieran en un periodo de tiempo tan corto, desde los ataques terroristas en Nueva York en 2001, que modificaron los estamentos de los que se desprendía la relación entre actores estatales y no estatales.

Desde los tiempos del Imperio Romano, siempre ha habido beneficios pero también un alto precio por el simple hecho de ejercer un poder global, o al menos un poder hegemónico, en áreas y temáticas localizadas. EU no ha sido la excepción en este hecho. Se sabía que no todo iba a ser miel sobre hojuelas para Obama, quien en 2008 ascendió a la Presidencia del país más poderoso y tecnológicamente más avanzado del planeta. Desde que se postuló, se le percibió como un político con virtudes: olfato y audacia políticas, valor político y honestidad al expresar sus ideas y pensamiento renovador en medio de un establecimiento político desgastado, reiterativo, cuando no en creciente decadencia. Los obstáculos enfrentados en el frente interno y externo han sido desgastantes para el Presidente. Primero, su llegada a la Casa Blanca implicó que revivieran sectores ultramontanos del conservadurismo político y social estadunidense, al grado de que no es aún claro que Obama haya pasado la prueba xenófoba que éstos le impusieron cuando le exigían que documentara pruebas de su nacionalidad estadunidense, así como de su integridad moral e ideológica. Es de destacar que detrás de este racismo, muy en boga en EU, se escondía el miedo a un personaje cuyo proyecto reformista podía afectar los grandes intereses económicos y políticos del establecimiento estadunidense.

Así ocurrió originalmente cuando Obama lanza su propuesta de poder inteligente. Su propósito era cambiar el rumbo de la política exterior, trasladarla hacia el ámbito de la diplomacia y alejarla de la zona de conflicto y guerra de Bush. Aunque continuista en algunos temas de la política exterior, Obama logró transformar con relativo éxito la mentalidad de los estadunidenses, quienes, a su arribo al poder, ya habían pagado un precio alto en vidas humanas y déficit, desde que en 2003 Bush invadiera Irak. Así las cosas, Obama ofrece retirarse de Irak (ya vemos hoy que a un muy alto costo) y de Afganistán. En el primer caso, cumple su promesa, y en el segundo, aún quedan tropas de entrenamiento en territorio afgano, no obstante han disminuido su presencia militar.
La profundidad de la problemática que presenta el mundo global de hoy, desde el inicio del siglo, se ha recrudecido con la emergencia de múltiples brazos armados yihadistas que defienden su derecho a la verdad absoluta fuera de toda racionalidad. Siria, Irak, Irán, Arabia Saudita y, en general, todo el Oriente Próximo es el teatro de esta nueva guerra de posiciones entre sunitas y chiitas y, por tanto, entre Irán e Irak, y de éste contra Siria. El movimiento armado autodenominado Estado Islámico de Irak y el Levante, mejor conocido como ISIS, por su siglas en inglés, ha puesto en jaque al gobierno de Al-Maliki, ya no tan querido en Washington, ha provocado una dura reacción del régimen chiita en Teherán y ha tomado posiciones en la frontera entre Siria e Irak en forma por demás alarmante. Se trata de una crisis de enormes dimensiones que altera el orden regional, afecta la fallida transición en Irak, expone críticamente la seguridad global pero, sobre todo, le impone a Washington un drástico cambio de estrategia en su agenda original. A esta emergencia regional hay que sumar las agresiones que Putin ha emprendido contra otro orden regional estratégico para Occidente, Europa, en el nombre de un proyecto de recuperación de la Rusia imperial. Estos son los desafíos que enfrenta paradójicamente el Washington de hoy, que había intentado mostrar un rostro noble y amigable desde 2008. De esto nos ocuparemos en las siguientes colaboraciones.

*Investigador y profesor visitante en el Lateinamerika–Institut, de la Freie Universität Berlin

Twitter: @JLValdesUgalde

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