José Luis Valdés Ugalde 30/11/2014
La fuga de cerebros puede ocurrir tanto cuando individuos que estudian en el exterior y terminan su educación no regresan a su país o cuando éstos son educados en su país y emigran en busca de mejores oportunidades. La segunda forma es la peor porque consume más recursos del país de origen, toda vez que los emigrados gozaron de la infraestructura institucional que proveen las universidades y otras instancias del Estado.
En la actualidad trabajadores calificados y profesionales son vistos desde una perspectiva distinta: muchos países desarrollados (EU y la UE los primeros) los aceptan con condiciones mínimas y algunos países incluso los atraen y convocan, ofreciéndoles oportunidades y condiciones atractivas que no encuentran en su propio país. Así, la inversión nacional en educación superior se pierde cuando un individuo calificado y preparado abandona su país sin regresar. La fuga de cerebros es ciertamente más problemática para naciones en desarrollo, donde el fenómeno es extendido. En estos países la educación superior y la certificación profesional son vistas como el camino más seguro para escapar de una economía en problemas o una situación política difícil.
De acuerdo al reporte del Banco Mundial en la materia, “International Migration, Remittances and the Brain Drain”, la fuga de cerebros (brain drain) es masiva en países pequeños y pobres, mientras que en países más grandes y poblados la tendencia es mucho menor. La contraparte de la fuga de cerebros es la recuperación o repatriación de cerebros (brain gain), que ocurre en las áreas a donde migrantes talentosos van. EU es un ejemplo de país “brain gain”. De acuerdo con el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, EU es el país que recibe el mayor número de inmigrantes en la materia: aproximadamente, 35,000 o más por año, lo cual representa arriba del 12% de la población total.
Los mexicanos están dejando México. Muchos más que antes se van. Y muy probablemente los emigrados nunca regresen. Pero ahora ya no son sólo nuestros albañiles, plomeros, electricistas y desempleados. Sectores de la clase media preparada y calificada se ha ido, se quiere ir, o de plano ya se fue. De entre éstos hay un número aún indefinido de académicos y científicos jóvenes y no tan jóvenes. Los números son tan inciertos como las agujas en un pajar. No podemos afirmar con absoluta precisión, ni cuántos se han ido, ni cuáles son sus disciplinas profesionales que los han llevado a EU, Europa, Australia, Nueva Zelanda, China o Japón. Urge el diagnóstico y el censo. Se trata de un problema de Estado que tiene que afrontarse con toda prontitud, profundidad, responsabilidad y amplitud, a fin de realizar un diagnóstico completo.
Si México quiere internacionalizarse, debe hacerlo quintuplicando los esfuerzos para recuperar a nuestros talentos mexicanos en el exterior y prepararse para bien venirlos; o bien, incorporarlos a las redes que ya existen, que es ciertamente ya un esfuerzo encomiable de la actual administración del Conacyt. De otra forma el drenado provocará vacíos muy graves que nos seguirán imponiendo una crítica realidad, respecto de la cual Juan Ramón de la Fuente se ha pronunciado recientemente: México no es parte de la sociedad del conocimiento. Está fuera de ella. Y el costo será cada vez más grave si nos quedamos estacionados en tan desventajosa posición. En este siglo más de un millón de mexicanos altamente calificados residen en el extranjero. México ocupa el cuarto lugar, dentro de los países de la OECD, con mayor fuga o expulsión de cerebros.
¿Qué hacer? Seguir los pasos de la UE, EU, Brasil, India, China y Corea del Sur. El caso chino e indio son por demás notables ya que logran recuperar la experiencia, por ejemplo, de ingenieros enviados al extranjero y lograr atraerlos nuevamente a sus países de origen. A este caso se le conoce como “Chindia”. Ambos países tienen cerca de 3.5% de sus graduados viviendo en el exterior y los recuperan casi al 100%. Esta es una situación similar en Brasil, Indonesia y Rusia que también reportan un positivo plan de retorno. México tiene que hacer movimientos similares y programar una hoja de ruta proactiva para llenar los vacíos dejados y asegurar así la senda de la sostenibilidad científica, tecnológica y productiva. Es un derecho soberano sobre el que debemos debatir con urgencia.
*Investigador y profesor de la UNAM
Twitter: @JLValdesUgalde
A la memoria de doña Elena Fuentes de
Gómez Morin,
mujer ejemplar y entrañable
La fuga de cerebros puede ocurrir tanto cuando individuos que estudian en el exterior y terminan su educación no regresan a su país o cuando éstos son educados en su país y emigran en busca de mejores oportunidades. La segunda forma es la peor porque consume más recursos del país de origen, toda vez que los emigrados gozaron de la infraestructura institucional que proveen las universidades y otras instancias del Estado.
En la actualidad trabajadores calificados y profesionales son vistos desde una perspectiva distinta: muchos países desarrollados (EU y la UE los primeros) los aceptan con condiciones mínimas y algunos países incluso los atraen y convocan, ofreciéndoles oportunidades y condiciones atractivas que no encuentran en su propio país. Así, la inversión nacional en educación superior se pierde cuando un individuo calificado y preparado abandona su país sin regresar. La fuga de cerebros es ciertamente más problemática para naciones en desarrollo, donde el fenómeno es extendido. En estos países la educación superior y la certificación profesional son vistas como el camino más seguro para escapar de una economía en problemas o una situación política difícil.
De acuerdo al reporte del Banco Mundial en la materia, “International Migration, Remittances and the Brain Drain”, la fuga de cerebros (brain drain) es masiva en países pequeños y pobres, mientras que en países más grandes y poblados la tendencia es mucho menor. La contraparte de la fuga de cerebros es la recuperación o repatriación de cerebros (brain gain), que ocurre en las áreas a donde migrantes talentosos van. EU es un ejemplo de país “brain gain”. De acuerdo con el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, EU es el país que recibe el mayor número de inmigrantes en la materia: aproximadamente, 35,000 o más por año, lo cual representa arriba del 12% de la población total.
Los mexicanos están dejando México. Muchos más que antes se van. Y muy probablemente los emigrados nunca regresen. Pero ahora ya no son sólo nuestros albañiles, plomeros, electricistas y desempleados. Sectores de la clase media preparada y calificada se ha ido, se quiere ir, o de plano ya se fue. De entre éstos hay un número aún indefinido de académicos y científicos jóvenes y no tan jóvenes. Los números son tan inciertos como las agujas en un pajar. No podemos afirmar con absoluta precisión, ni cuántos se han ido, ni cuáles son sus disciplinas profesionales que los han llevado a EU, Europa, Australia, Nueva Zelanda, China o Japón. Urge el diagnóstico y el censo. Se trata de un problema de Estado que tiene que afrontarse con toda prontitud, profundidad, responsabilidad y amplitud, a fin de realizar un diagnóstico completo.
Si México quiere internacionalizarse, debe hacerlo quintuplicando los esfuerzos para recuperar a nuestros talentos mexicanos en el exterior y prepararse para bien venirlos; o bien, incorporarlos a las redes que ya existen, que es ciertamente ya un esfuerzo encomiable de la actual administración del Conacyt. De otra forma el drenado provocará vacíos muy graves que nos seguirán imponiendo una crítica realidad, respecto de la cual Juan Ramón de la Fuente se ha pronunciado recientemente: México no es parte de la sociedad del conocimiento. Está fuera de ella. Y el costo será cada vez más grave si nos quedamos estacionados en tan desventajosa posición. En este siglo más de un millón de mexicanos altamente calificados residen en el extranjero. México ocupa el cuarto lugar, dentro de los países de la OECD, con mayor fuga o expulsión de cerebros.
¿Qué hacer? Seguir los pasos de la UE, EU, Brasil, India, China y Corea del Sur. El caso chino e indio son por demás notables ya que logran recuperar la experiencia, por ejemplo, de ingenieros enviados al extranjero y lograr atraerlos nuevamente a sus países de origen. A este caso se le conoce como “Chindia”. Ambos países tienen cerca de 3.5% de sus graduados viviendo en el exterior y los recuperan casi al 100%. Esta es una situación similar en Brasil, Indonesia y Rusia que también reportan un positivo plan de retorno. México tiene que hacer movimientos similares y programar una hoja de ruta proactiva para llenar los vacíos dejados y asegurar así la senda de la sostenibilidad científica, tecnológica y productiva. Es un derecho soberano sobre el que debemos debatir con urgencia.
*Investigador y profesor de la UNAM
Twitter: @JLValdesUgalde
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