José Luis Valdés Ugalde 14/06/2015
Venezuela y los venezolanos han sido expuestos al trance de la descomposición. Este peligro no proviene de los pérfidos imperios español o gringo, que pretenderían descastar al inmaculado Nicolás Maduro; sino que proviene de adentro.
Hay dos hombres a la cabeza de este estropicio: Maduro y Diosdado Cabello. Uno, presidente rotundo por orden de Chávez, el otro, jefe absoluto del Congreso. Ambos, de facto, cabezas de playa del golpe autoritario ejecutado por el ininterrumpido control del chavismo. El deterioro: gradual aunque veloz y contundente. No veo una sana recuperación posible en el contexto del clima abiertamente intolerante que ha provocado el gobierno, que será todo lo que Maduro vocifere, menos de izquierda democrática. El venezolano es un régimen cerrado, populista y conservador, encerrado en la vieja retórica chovinista y caracterizado por una narrativa nacionalista banal y demagógica. Es un régimen reaccionario y cuasi totalitario.
El fracaso del chavismo es elocuente. Veamos. Venezuela vive la peor crisis de su historia reciente. Políticamente, ya lo dijimos, es persecutorio, acosa y apresa a quien se le opone. No respeta los derechos humanos de la ciudadanía. En lo económico es el país que menos ha crecido en América Latina, tiene la inflación más alta del mundo y un desabasto general de bienes que amenaza con hambrear a su gente y en consecuencia con una crisis social aún mayor. La pobreza estructural lo hace ser uno de los países más pobres del mundo; un venezolano muere cada 20 minutos debido a esto. El modelo económico chavista es, pues, a todas luces, un fracaso.
Hoy mismo, distinguidos políticos opositores a Maduro se encuentran presos, en aislamiento y algunos en huelga de hambre. Leopoldo López, líder de Voluntad Popular, es el más visible de todos, con más de 20 días en ayuno, se ha convertido en símbolo de la oposición: alrededor de 70 estudiantes y opositores en Venezuela y en el mundo entero (incluido el Vaticano y la ONU), están en huelga de hambre; se han convertido también en emblemas de la oposición al régimen. Hay que contar al exalcalde Daniel Ceballos, también preso y quien renunció hace días a su ayuno por riesgos mortales a su salud; hoy ha sido cambiado de prisión arbitrariamente. Antonio Ledezma, alcalde de Caracas y aliado del espíritu opositor de los anteriores políticos, que parece ser ya mayoría en Venezuela, fue sancionado con arresto domiciliario en febrero pasado bajo la acusación de golpismo. Estos casos serían el equivalente a que el gobierno de México encarcelara al jefe del GDF, Miguel Mancera, a Gustavo Madero, a Carlos Navarrete o a AMLO. El deterioro en Venezuela es un llamado de atención para todos. En nuestro discernimiento se perciben agobio y exasperación ciudadanas y cobardía oficial: tenemos, desde una ciudadanía dispuesta a usar todos los medios pacíficos para exigir sus derechos, hasta un Maduro que se acobarda para ver al Papa en plena crisis a sabiendas de que Bergoglio lo llamaría a cuentas y a un régimen que al exhibir su verdadero rostro intolerante recibe con vituperios al expresidente español Felipe González. La supuesta mezquindad de que se acusa a los “conspiradores” de adentro y de afuera no es más que la del propio liderazgo de Maduro que ha perdido toda la dignidad, honorabilidad y la gallardía que caracteriza al jefe de Estado: este puede ser ya el principio del fin político de un liderazgo caracterizado por su mediocridad y, eso, su mezquindad. Todo lo cual lo ha llevado a la autodestrucción.
La descomunal torpeza de Maduro, Cabello y su entorno han llevado a la sequía política, y a cancelar sus posibilidades de evitar la radicalización social, y la profundización de la crisis política, ante la cual han sido incompetentes. Los agravios contra estudiantes, periodistas y empresarios, así como el aprisionamiento generalizado de los opositores, son el gran lastre del chavismo. Las noticias desde Venezuela impactan ya en el ánimo internacional. La UE y EU han demostrado su desasosiego y reclamado por la violación a los derechos humanos. ¿Tendrá América Latina el arrojo de ponerse de pie y hacer el mismo reclamo al régimen chavista? La indolencia equivaldrá a acatar la sinrazón absolutista de un país hermano.
Rulers are the slaves of their resources
Richelieu
Venezuela y los venezolanos han sido expuestos al trance de la descomposición. Este peligro no proviene de los pérfidos imperios español o gringo, que pretenderían descastar al inmaculado Nicolás Maduro; sino que proviene de adentro.
Hay dos hombres a la cabeza de este estropicio: Maduro y Diosdado Cabello. Uno, presidente rotundo por orden de Chávez, el otro, jefe absoluto del Congreso. Ambos, de facto, cabezas de playa del golpe autoritario ejecutado por el ininterrumpido control del chavismo. El deterioro: gradual aunque veloz y contundente. No veo una sana recuperación posible en el contexto del clima abiertamente intolerante que ha provocado el gobierno, que será todo lo que Maduro vocifere, menos de izquierda democrática. El venezolano es un régimen cerrado, populista y conservador, encerrado en la vieja retórica chovinista y caracterizado por una narrativa nacionalista banal y demagógica. Es un régimen reaccionario y cuasi totalitario.
El fracaso del chavismo es elocuente. Veamos. Venezuela vive la peor crisis de su historia reciente. Políticamente, ya lo dijimos, es persecutorio, acosa y apresa a quien se le opone. No respeta los derechos humanos de la ciudadanía. En lo económico es el país que menos ha crecido en América Latina, tiene la inflación más alta del mundo y un desabasto general de bienes que amenaza con hambrear a su gente y en consecuencia con una crisis social aún mayor. La pobreza estructural lo hace ser uno de los países más pobres del mundo; un venezolano muere cada 20 minutos debido a esto. El modelo económico chavista es, pues, a todas luces, un fracaso.
Hoy mismo, distinguidos políticos opositores a Maduro se encuentran presos, en aislamiento y algunos en huelga de hambre. Leopoldo López, líder de Voluntad Popular, es el más visible de todos, con más de 20 días en ayuno, se ha convertido en símbolo de la oposición: alrededor de 70 estudiantes y opositores en Venezuela y en el mundo entero (incluido el Vaticano y la ONU), están en huelga de hambre; se han convertido también en emblemas de la oposición al régimen. Hay que contar al exalcalde Daniel Ceballos, también preso y quien renunció hace días a su ayuno por riesgos mortales a su salud; hoy ha sido cambiado de prisión arbitrariamente. Antonio Ledezma, alcalde de Caracas y aliado del espíritu opositor de los anteriores políticos, que parece ser ya mayoría en Venezuela, fue sancionado con arresto domiciliario en febrero pasado bajo la acusación de golpismo. Estos casos serían el equivalente a que el gobierno de México encarcelara al jefe del GDF, Miguel Mancera, a Gustavo Madero, a Carlos Navarrete o a AMLO. El deterioro en Venezuela es un llamado de atención para todos. En nuestro discernimiento se perciben agobio y exasperación ciudadanas y cobardía oficial: tenemos, desde una ciudadanía dispuesta a usar todos los medios pacíficos para exigir sus derechos, hasta un Maduro que se acobarda para ver al Papa en plena crisis a sabiendas de que Bergoglio lo llamaría a cuentas y a un régimen que al exhibir su verdadero rostro intolerante recibe con vituperios al expresidente español Felipe González. La supuesta mezquindad de que se acusa a los “conspiradores” de adentro y de afuera no es más que la del propio liderazgo de Maduro que ha perdido toda la dignidad, honorabilidad y la gallardía que caracteriza al jefe de Estado: este puede ser ya el principio del fin político de un liderazgo caracterizado por su mediocridad y, eso, su mezquindad. Todo lo cual lo ha llevado a la autodestrucción.
La descomunal torpeza de Maduro, Cabello y su entorno han llevado a la sequía política, y a cancelar sus posibilidades de evitar la radicalización social, y la profundización de la crisis política, ante la cual han sido incompetentes. Los agravios contra estudiantes, periodistas y empresarios, así como el aprisionamiento generalizado de los opositores, son el gran lastre del chavismo. Las noticias desde Venezuela impactan ya en el ánimo internacional. La UE y EU han demostrado su desasosiego y reclamado por la violación a los derechos humanos. ¿Tendrá América Latina el arrojo de ponerse de pie y hacer el mismo reclamo al régimen chavista? La indolencia equivaldrá a acatar la sinrazón absolutista de un país hermano.
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