José Luis Valdés Ugalde 26/07/2015
Las virtudes estratégicas del presidente Obama han sido patentes durante sus dos periodos como Presidente. Aun con una Presidencia con altibajos y boicots por parte del ala más radical de la derecha política estadunidense, Obama ha podido avanzar en temas complejos como el Obamacare o su política exterior en Irán y Cuba, entre algunos otros.
Lo intenso del debate sobre cuestiones internas y externas no ha impedido que EU avance y con él, Obama, hacia un estadio profundo aún desconocido en diversos asuntos sociales y políticos. En política interna, Obama logró un triunfo cuando la Suprema Corte de Justicia avaló su ambicioso plan de reforma de salud. Hemos podido observar, en los últimos siete años de esta Presidencia, muchos giros, ciertamente inconvenientes frente a su base electoral, tales como la falta de firmeza frente a los especuladores de Wall Street, quienes fueron rescatados sin haber nunca respondido con responsabilidad social; Elizabeth Warren, la combativa senadora de la izquierda demócrata, se ha encargado de recordárselo durante estos tiempos electorales.
La diplomacia secreta y el pragmatismo, los cuales ha dejado atrás por los atavismos doctrinarios que en política exterior han impactado negativamente los intereses nacionales de ambos países, han resultado ser un éxito. Tanto Castro como Obama, con la intermediación del Papa, han logrado un acercamiento histórico que ya escenificó la apertura de la embajada cubana en Washington y pronto lo hará la de EU en La Habana. No es poca cosa esta apertura: se reactiva la política de EU hacia las Américas, que mucho urgía; se edifica un puente diplomático que podría abrir espacios en el complicado proceso político cubano; se incide en la correlación de fuerzas en las relaciones interamericanas y se continúa con la flexibilización de las medidas impuestas sobre Cuba, así como también se influirá poderosamente en el debate preelectoral de EU. Nadie, ni Rubio, Cruz o Bush, precandidatos republicanos, podrá negar que una mayoría de ciudadanos en EU y Cuba ven con buenos ojos el acercamiento entre ambos países. Sus posturas principistas y demagógicas sobre Cuba serán derrotadas por la realidad, así como las de la migración se están convirtiendo en un boomerang, gracias a Trump. Es también en este terreno que la estrategia de Obama ha ganado terreno, ofreciendo a su partido una oportunidad de oro para capitalizar a su favor las contradicciones en las que sus contrincantes están cayendo día a día. Si bien, en 2016 Obama se despedirá de la Presidencia y Castro lo hará en 2018, éstos dejarán un legado difícil de rebatir e imprescindible de continuar de cara a la opinión pública de ambas naciones.
En 2012, Obama declaraba: “He dicho que cuando se trata de prevenir que Irán obtenga armas nucleares, no dejaré fuera de la mesa ninguna opción y hablo en serio cuando lo digo. Eso incluye todos los elementos del poder estadunidense...; y, sí, un esfuerzo militar para estar preparado ante cualquier contingencia” (The White House, 4 de marzo de 2012). Entre 2012 y este año, en que se firmó el acuerdo nuclear con Irán, mucho ha ocurrido en la diplomacia internacional encabezada esta vez por Washington. El acuerdo fue avalado por el P5+1, que está conformado por EU, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y Alemania, es decir, todo el Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania y la UE como observador. En mi opinión todo un acontecimiento en la política en Oriente Medio. Y también un tema que ya está en la cancha contraria a Obama. El Congreso con mayoría republicana que sigue combatiendo todo lo que proponga el demócrata tendrá en sus manos la difícil decisión de rechazar un pacto que también es favorecido por la mayoría en EU e Irán. Todos los firmantes han sido puestos a prueba, pero sobre todo Irán que tendrá que demostrar que, en efecto, no enriquecerá uranio con miras a obtener la bomba (tema polémico que abordaré pronto) y que estaría dispuesto a dejar de apoyar a Hezbolá y Hamás, así como al régimen sirio y apostar por el combate concertado con EU y sus aliados en su lucha contra el Estado Islámico y Al Qaeda. Aquí también se altera la correlación de fuerzas tradicional en la región. La pregunta es, pues, vigente: ¿Obama se va o perdura?
Las virtudes estratégicas del presidente Obama han sido patentes durante sus dos periodos como Presidente. Aun con una Presidencia con altibajos y boicots por parte del ala más radical de la derecha política estadunidense, Obama ha podido avanzar en temas complejos como el Obamacare o su política exterior en Irán y Cuba, entre algunos otros.
Lo intenso del debate sobre cuestiones internas y externas no ha impedido que EU avance y con él, Obama, hacia un estadio profundo aún desconocido en diversos asuntos sociales y políticos. En política interna, Obama logró un triunfo cuando la Suprema Corte de Justicia avaló su ambicioso plan de reforma de salud. Hemos podido observar, en los últimos siete años de esta Presidencia, muchos giros, ciertamente inconvenientes frente a su base electoral, tales como la falta de firmeza frente a los especuladores de Wall Street, quienes fueron rescatados sin haber nunca respondido con responsabilidad social; Elizabeth Warren, la combativa senadora de la izquierda demócrata, se ha encargado de recordárselo durante estos tiempos electorales.
La diplomacia secreta y el pragmatismo, los cuales ha dejado atrás por los atavismos doctrinarios que en política exterior han impactado negativamente los intereses nacionales de ambos países, han resultado ser un éxito. Tanto Castro como Obama, con la intermediación del Papa, han logrado un acercamiento histórico que ya escenificó la apertura de la embajada cubana en Washington y pronto lo hará la de EU en La Habana. No es poca cosa esta apertura: se reactiva la política de EU hacia las Américas, que mucho urgía; se edifica un puente diplomático que podría abrir espacios en el complicado proceso político cubano; se incide en la correlación de fuerzas en las relaciones interamericanas y se continúa con la flexibilización de las medidas impuestas sobre Cuba, así como también se influirá poderosamente en el debate preelectoral de EU. Nadie, ni Rubio, Cruz o Bush, precandidatos republicanos, podrá negar que una mayoría de ciudadanos en EU y Cuba ven con buenos ojos el acercamiento entre ambos países. Sus posturas principistas y demagógicas sobre Cuba serán derrotadas por la realidad, así como las de la migración se están convirtiendo en un boomerang, gracias a Trump. Es también en este terreno que la estrategia de Obama ha ganado terreno, ofreciendo a su partido una oportunidad de oro para capitalizar a su favor las contradicciones en las que sus contrincantes están cayendo día a día. Si bien, en 2016 Obama se despedirá de la Presidencia y Castro lo hará en 2018, éstos dejarán un legado difícil de rebatir e imprescindible de continuar de cara a la opinión pública de ambas naciones.
En 2012, Obama declaraba: “He dicho que cuando se trata de prevenir que Irán obtenga armas nucleares, no dejaré fuera de la mesa ninguna opción y hablo en serio cuando lo digo. Eso incluye todos los elementos del poder estadunidense...; y, sí, un esfuerzo militar para estar preparado ante cualquier contingencia” (The White House, 4 de marzo de 2012). Entre 2012 y este año, en que se firmó el acuerdo nuclear con Irán, mucho ha ocurrido en la diplomacia internacional encabezada esta vez por Washington. El acuerdo fue avalado por el P5+1, que está conformado por EU, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y Alemania, es decir, todo el Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania y la UE como observador. En mi opinión todo un acontecimiento en la política en Oriente Medio. Y también un tema que ya está en la cancha contraria a Obama. El Congreso con mayoría republicana que sigue combatiendo todo lo que proponga el demócrata tendrá en sus manos la difícil decisión de rechazar un pacto que también es favorecido por la mayoría en EU e Irán. Todos los firmantes han sido puestos a prueba, pero sobre todo Irán que tendrá que demostrar que, en efecto, no enriquecerá uranio con miras a obtener la bomba (tema polémico que abordaré pronto) y que estaría dispuesto a dejar de apoyar a Hezbolá y Hamás, así como al régimen sirio y apostar por el combate concertado con EU y sus aliados en su lucha contra el Estado Islámico y Al Qaeda. Aquí también se altera la correlación de fuerzas tradicional en la región. La pregunta es, pues, vigente: ¿Obama se va o perdura?
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