En tiempos en que se necesitan, no se diga políticos más ilustrados, sino simplemente ilustrados medianamente y capaces para hacerse cargo del Estado con eficiencia y pulcritud, encontramos más bien actores iluminados y envueltos en el fanatismo más grosero, aún por conocerse por cierto, en algunos casos de liderazgo local y mundial. Los tiempos políticos en las Américas y el mundo son complejos y difíciles.
07 de Febrero de 2016
La economía y la política globales viven un presente incierto e infeliz. El PIB mundial crecerá poco, sobre todo en los países en desarrollo y a un ritmo de 3% a 6 % en países en desarrollo. Thomas Piketty ha planteado que en la actualidad el 1% de la población mundial tiene acceso a los mayores índices de concentración de riqueza de la historia del capitalismo y a nivel estadunidense ocurre algo similar. El calentamiento global está afectando a todos por igual y amenaza con hundir islas, islotes y costas; los migrantes y los refugiados de guerra aumentan exponencialmente y a ese ritmo son victimados por los países que más tienen. Los derechos humanos son violados por actores formales e informales y la inseguridad internacional da carta blanca a ambos para organizar una guerra de todos contra todos e instalarnos por parejo en el miedo global. Existen el ébola en África y ahora el zika en muchas regiones del globo. El sistema de salud estadunidense (quizá la iniciativa más avanzada de la modernidad estadunidense) apenas levanta vuelo y ya se le quiere castigar en nombre del libertarismo derechista; la reconciliación finalmente encontrada con Irán y el pacto antinuclear que el G5+1 logró ahí se quiere cancelar, al igual que la política de apertura hacia Cuba que ya es hito en las Américas, lo cual puede permitir que por fin lleguemos al siglo XXI en las relaciones interamericanas. En junio de 2015 la Suprema Corte de Justicia de EU declara legal el matrimonio entre personas del mismo sexo y ahora mismo debatirá sobre si losdreamers (hijos de inmigrantes indocumentados que migraron pequeños con sus padres) tienen derecho a la ciudadanía plena.
En fin, son tanto los temas que emergen y se convierten en parte de las agendas de Estado de gobiernos europeos y de otras comarcas. Lo cierto es que mientras esto ocurre, en EU, Sarah Palin y Donald Trump, al igual que Ted Cruz y Marco Rubio, se dan el lujo de encerrarse en su cápsula de cristal, en un discurso extremista y arremeter contra todos estos temas de la modernidad sin siquiera comprenderlos ni, desde luego, sugerir salidas dignas para solucionarlos. Lo hacen en el nombre de razones divinas, sin racionalidad y sin congruencia. Lo hacen por revanchismo y en contra de la historia. Lo hacen por el resentimiento que les causa que un negro con ideas modernas haya llegado a la Casa Blanca. Son los republicanos que, como decía Gore Vidal, son parte de una entidad —que no partido— cuyo estado de ánimo, como el de la Juventud Hitleriana, se basa en el odio.
Y salvo la exgobernadora de Alaska, ellos pueden ser candidatos presidenciales y luego convertirse en Presidente. Sus posturas sorprenden, cuando no asustan y están en contra de la historia y el progreso. Pero eso sí, hacen declaraciones sensacionales. Por ejemplo, Palin sustenta su apoyo a la candidatura de Trump: “estoy muy satisfecha de que Trump haya visto la luz y entienda que la santidad de la vida inocente y cómo un bebé en la matriz debería ser protegido. Tal y como lo hizo Justin Bieber”. O aquella memorable frase de que desde Alaska se podía ver Rusia, dando a entender que estaba capacitada como vicepresidenta para lidiar con Moscú. Por su lado, Trump ha declarado sobre Putin, “en términos de liderazgo está obteniendo una ‘A’. La razón es que está haciendo de nuestro Presidente carne molida”. O sus perlas misóginas acerca de las periodistas, “no importa lo que escriba si tan solo tiene un bonito trasero”. Ted Cruz, reconocido por su postura anticientífica (como buen dominionista de la derecha cristiana), niega la evidencia científica del cambio climático y reivindica la acumulación de riqueza como una señal de la bendición de Dios. Rubio por su cuenta, se avienta al ruedo: “los seres humanos no son responsables del cambio climático. Creo que el clima cambia porque nunca ha habido un momento en donde el clima no esté cambiando”.
Son la bella y las bestias del presente político de Estados Unidos.
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