El partido republicano (PR) está enfrascado en un profundo pleito nunca visto antes. Y no es para menos. El oportunismo de Donald Trump y el extremismo cínico de Ted Cruz tienen a ese partido en la antesala de la ruptura. La dirigencia del PR ha dejado sentir su desconcierto con la candidatura del primero y la factibilidad de que sea el con-tendiente oficial.
01 de Mayo de 2016
Se habla de que si Trump no logra los mil 237 delegados necesarios para ser nominado, se recurrirá a una convención abierta en la que podrían emerger otros posibles candidatos, no necesariamente de buena calidad política, pero sí, al menos, candidatos de consenso. Suenan nombres como el de Paul Ryan (presidente del Congreso y jefe de la mayoría republicana en la Cámara baja), John Kasich, gobernador de Ohio y contendiente muy rezagado en las primarias. Incluso, se habla de Mitt Romney, el fracasado contendiente republicano contra Obama en 2012. En este escenario, al parecer deseado por la mayoría de las bases y la dirigencia del PR, Trump quedaría marginado como aspirante. Por otro lado, si lograra imponer su mayoría, sus posibilidades de derrotar al Partido Demócrata (PD) son muy bajas, sea contra Hillary Clinton o contra Bernie Sanders: las encuestas nacionales lo sitúan por detrás de ambos por hasta 14 puntos de diferencia. Por otro lado, si la fórmula de la convención abierta en la que se le rechazaría como candidato, funciona, Trump se rebelaría, se escindiría y se llevaría con él a sus seguidores, lanzándose como candidato independiente; lo cual le quitaría al PR un aproximado de 8% del voto nacional, alejándolo aún más del triunfo en su carrera por la Casa Blanca. Un primer y muy serio problema.
Por su parte, Cruz enfrenta graves problemas. A la evidente muestra de nerviosismo, escogiendo con mucha anticipación como compañera de fórmula a Carly Fiorina, única excontendiente mujer del PR y desagradablemente denostada por Trump por sus rasgos faciales, se agrega el desagrado que causa a la mayoría de la élite republicana, lo cual evidencia fuertes divisiones en ese partido con miras a definir la campaña, quizá más determinante de su historia moderna. Hace pocos días, el expresidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien renunció debido a las presiones del Tea Party y de Cruz como uno de sus histriones, dejó en claro las divisiones en el PR, al clasificar al aspirante Ted Cruz como un diablo encarnado, entre diversos epítetos. Lo cito textualmente: Cruz, “es Lucifer encarnado. Tengo amigos demócratas y amigos republicanos y me llevo bien con la mayoría de ellos. Pero nunca en mi vida me tocó trabajar con un peor hijo de perra”, añadió, en referencia al ultraconservador aspirante presidencial. Duro, ¿no?. Se trata del político más odiado en el PR desde los tiempos del controvertido Richard Nixon, en un momento sumamente delicado para la política partidista y democrática en ese país. Como podemos apreciar, en cualquier escenario, la prospectiva de una ruptura se ve muy posible, todo lo cual pueden ser buenas noticias para los demócratas, pero pésimas para el equilibrio de poder para la democracia estadunidense.
Para rematar, tenemos que una encuesta reciente del Pew Research Center muestra que el PR tiene hoy un 68% de rechazo contra sólo un 33% de aceptación entre el público estadunidense. Esto iguala la misma pésima calificación obtenida en 1992, cuando vivió una gran crisis. Sólo en octubre pasado, el PR tenía una aceptación del 37% contra 58% de rechazo. Un declive rápido y alarmante. Más aún, si consideramos que las cifras respecto al Partido Demócrata (PD) contrastan fuertemente. La misma encuesta nos revela que este partido tiene 45% de impresión favorable contra 50% desfavorable. Esta misma encuesta de abril 12-19, muestra además que los demócratas tienen, entre sus partidarios, 88% de aceptación (nueve en diez), lo cual contrasta la que encontramos entre los seguidores del PR: 68% de aceptación entre sus correligionarios. Es decir 20% de diferencia entre ambas bases electorales. Si alguien dudaba de la profunda crisis en el PR, aquí puede encontrar la respuesta. No obstante su crisis, ésta será también la de la estructura democrática de ese país, así como de la viabilidad de la gobernanza estadunidense.
Comentarios
Publicar un comentario