En la conformación de su gabinete, Donald Trump ha dejado claro que apuesta por el extremismo y no por la eficacia probada de sus consjeros, y adora a los generales y a los millonarios que, de paso, fueron fieles doantes de campaña.
11 de Diciembre de 2016
En la Secretaría de la Defensa (SD), en el Consejo de Seguridad Nacional y en la Secretaría de Seguridad Nacional nominó a tres generales retirados, de posiciones muy duras y conservadoras respecto de muchos temas. Tal es el caso del general James Mattis, nominado para la SD, famoso por haber dirigido la incursión de Bush en Afganistán e Iraq en 2001 y 2003, respectivamente. Se le conoce por su sobrenombre, Mad Dog (“Perro loco”) y por aquella famosa declaración: “Es divertido dispararle a la gente”.
Es de destacarse el nombramiento del general retirado Michael Flynn como asesor de seguridad nacional. Flynn fue director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, de la que fue despedido por Barack Obama por su mitomanía y propensión a sostener teorías conspirativas. Algunas de sus afirmaciones: El Islam “es un cáncer”, Obama es un “yihadista” que “lava dinero” para los terroristas musulmanes. La última diseminación de información falsa, que Hillary Clinton encabeza una banda de pedófilos, ya provocó una crisis de seguridad en Washington D.C., la semana pasada. El nombramiento de Flynn, que no pasa por el Senado, es preocupante, toda vez que se trata de un asiento clave en la coordinación de las agencias a cargo de definir la estrategia de seguridad nacional. Dada la combinación entre impulsividad, ignorancia e inexperiencia que caracterizan a Trump, la última opinión del asesor de seguridad nacional será determinante ante una crisis de seguridad que seguramente se presentará y que requerirá una respuesta sensata. Y está visto que Flynn es todo menos sensato. Este nombramiento pavimenta un escenario de decisiones extremas desde la Casa Blanca en temas de seguridad global.
Otros nombramientos destacados tiene en sus fieles donantes de campaña a sus beneficiarios inmediatos. En el Departamento del Tesoro, Trump nominó a Steven Mnuchin, antiguo socio de Goldman Sachs, la firma que defraudó a miles de inversionistas y que, con ello, coadyuvó a provocar la más grave crisis recesiva moderna en 2008. Mnuchin contribuyó con 430 mil dólares a la campaña de Trump. No está claro que tenga los talentos para dirigir la dependencia de la que depende buena parte de la estabilidad financiera nacional y mundial. Wilbur Ross, billonario especulador con empresas en quiebra, donó a la campaña de Trump más de 300 mil dólares. Se precia de ser antilibre comercio y recientemente ha declarado que México tendrá que renegociar el TLCAN bajo las condiciones de EU, toda vez que depende en 80% del mercado de EU para sus exportaciones. Sólo le ha faltado decir que México se tendrá que arrodillar frente a Trump a partir del 20 de enero. Más nombramientos de agradecimiento: Linda McMahon, nominada para la Agencia de Pequeños Negocios, donó a Trump más de seis millones de dólares; Andy Puzder, para la Secretaría del Trabajo, le entregó 400 mil; Betsy Devos fue nominada para Educación y contribuyó significativamente para los republicanos.
No puedo omitir que en la Procuraduría General Trump ha nominado al senador Jeff Sessions, acusado de racismo, pero, sobre todo, acérrimo opositor de una reforma migratoria integral; y como director de la CIA a Mike Pompeo, egresado de la academia militar de West Point y miembro del ultraconservador Tea Party. Y por si no faltaran perlas, para ocupar la Agencia de Protección del Medio Ambiente nomina a Scott Pruitt, un negacionista del cambio climático. Faltan algunos puestos aún por llenar, como el del Departamento de Estado, pero con los que ya están a la vista tenemos suficiente para horrorizarnos por el gabinete de terror que Trump se ha armado: será un gabinete de halcones, de extrema derecha y de funcionaros novatos, sin experiencia en sus campos y de ideas y ánimos muy exaltados. Para temblar.
11 de Diciembre de 2016
En la Secretaría de la Defensa (SD), en el Consejo de Seguridad Nacional y en la Secretaría de Seguridad Nacional nominó a tres generales retirados, de posiciones muy duras y conservadoras respecto de muchos temas. Tal es el caso del general James Mattis, nominado para la SD, famoso por haber dirigido la incursión de Bush en Afganistán e Iraq en 2001 y 2003, respectivamente. Se le conoce por su sobrenombre, Mad Dog (“Perro loco”) y por aquella famosa declaración: “Es divertido dispararle a la gente”.
Es de destacarse el nombramiento del general retirado Michael Flynn como asesor de seguridad nacional. Flynn fue director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, de la que fue despedido por Barack Obama por su mitomanía y propensión a sostener teorías conspirativas. Algunas de sus afirmaciones: El Islam “es un cáncer”, Obama es un “yihadista” que “lava dinero” para los terroristas musulmanes. La última diseminación de información falsa, que Hillary Clinton encabeza una banda de pedófilos, ya provocó una crisis de seguridad en Washington D.C., la semana pasada. El nombramiento de Flynn, que no pasa por el Senado, es preocupante, toda vez que se trata de un asiento clave en la coordinación de las agencias a cargo de definir la estrategia de seguridad nacional. Dada la combinación entre impulsividad, ignorancia e inexperiencia que caracterizan a Trump, la última opinión del asesor de seguridad nacional será determinante ante una crisis de seguridad que seguramente se presentará y que requerirá una respuesta sensata. Y está visto que Flynn es todo menos sensato. Este nombramiento pavimenta un escenario de decisiones extremas desde la Casa Blanca en temas de seguridad global.
Otros nombramientos destacados tiene en sus fieles donantes de campaña a sus beneficiarios inmediatos. En el Departamento del Tesoro, Trump nominó a Steven Mnuchin, antiguo socio de Goldman Sachs, la firma que defraudó a miles de inversionistas y que, con ello, coadyuvó a provocar la más grave crisis recesiva moderna en 2008. Mnuchin contribuyó con 430 mil dólares a la campaña de Trump. No está claro que tenga los talentos para dirigir la dependencia de la que depende buena parte de la estabilidad financiera nacional y mundial. Wilbur Ross, billonario especulador con empresas en quiebra, donó a la campaña de Trump más de 300 mil dólares. Se precia de ser antilibre comercio y recientemente ha declarado que México tendrá que renegociar el TLCAN bajo las condiciones de EU, toda vez que depende en 80% del mercado de EU para sus exportaciones. Sólo le ha faltado decir que México se tendrá que arrodillar frente a Trump a partir del 20 de enero. Más nombramientos de agradecimiento: Linda McMahon, nominada para la Agencia de Pequeños Negocios, donó a Trump más de seis millones de dólares; Andy Puzder, para la Secretaría del Trabajo, le entregó 400 mil; Betsy Devos fue nominada para Educación y contribuyó significativamente para los republicanos.
No puedo omitir que en la Procuraduría General Trump ha nominado al senador Jeff Sessions, acusado de racismo, pero, sobre todo, acérrimo opositor de una reforma migratoria integral; y como director de la CIA a Mike Pompeo, egresado de la academia militar de West Point y miembro del ultraconservador Tea Party. Y por si no faltaran perlas, para ocupar la Agencia de Protección del Medio Ambiente nomina a Scott Pruitt, un negacionista del cambio climático. Faltan algunos puestos aún por llenar, como el del Departamento de Estado, pero con los que ya están a la vista tenemos suficiente para horrorizarnos por el gabinete de terror que Trump se ha armado: será un gabinete de halcones, de extrema derecha y de funcionaros novatos, sin experiencia en sus campos y de ideas y ánimos muy exaltados. Para temblar.
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