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TrumPutinismo caótico III y último

Varios han sido los quebrantos que Donald Trump se ha autoinflingido en las últimas dos semanas.

19 de Marzo

¡Mil felicidades a Excélsior por sus 100 años!


Veamos de atrás para adelante: los jueces federales de Hawái, Derrick K. Watson, y de Maryland, Theodore D. Chuang, revocaron temporalmente la segunda intentona de imponer un veto a los viajantes de seis países musulmanes por considerarla violatoria de la primera enmienda de la Constitución que obliga al Estado a respetar el libre ejercicio de las creencias religiosas; estos jueces, al igual que en la impugnación anterior, consideran este veto como antimusulmán; Paul Ryan, presidente de la Cámara baja, reculó en la intentona trumpista por cancelar el Obamacare, dado el potencial peligro electoral en las elecciones intermedias para los republicanos, debido al hecho de que 14 millones de estadunidenses se quedarían sin atención médica; el contacto ruso sigue dando de qué hablar: Jeff Sessions, señalado como uno de los personeros de esta trama, se mantiene como fiscal general aunque en forma precaria; y Trump acusa a Obama de espionaje, lo cual negaron tanto el FBI como el propio Sessions.

Ante esto, Trump, muy en su estilo, ha insistido en afirmar, en tono delirante, que habrá “muchas cosas” que emergerán de este affaire de espionaje.

Por lo pronto, el Comité de Inteligencia del Senado lo contradijo y reveló que no existen bases para sostener su acusación del supuesto espionaje de Obama.

Así, Obama no se colgó del alambre del folclórico habitante de la Torre Trump: Trump mintió por enésima vez y además insiste en continuar con su absurda narrativa basada en esa patológica construcción discursiva conocida como “hechos alternativos”, elemento propagandístico característico de los regímenes totalitarios y, de manera muy especial, de los regímenes fascistas, y que consiste en negar la información que se produce como resultado del análisis de los hechos concretos que la realidad arroja y, en su lugar, esta realidad es deliberadamente suplantada por los “hechos alternativos” que proceden de la interpretación propagandística y adulterada por los voceros del poder trumpista: se trata del espíritu del Big Brother que George Orwell nos regaló en su máxima obra 1984, pero ahora en una dimensión más grotesca y peligrosa por la potencial destrucción que puede provocar (por cierto, esta obra está en la lista de las más vendidas actualmente en EU).

Con el trumpismo arribó al poder una nueva forma de observar e interpretar la realidad.

Además de maniquea, se trata de una construcción premeditada de una o varias realidades alternativas. Sobre esta base se construye sin tregua alguna un discurso alternativo desde el que se sanciona, reprime y castiga a quien lo niega o siquiera cuestiona, prensa, sociedad civil, sociedad política u opinión pública internacional.

Está visto que esto impacta todos los temas de la política local e internacional. Desde el calentamiento global hasta la existencia de la amenaza a la seguridad estadunidense. Asistimos a una nueva patología democrática que la democracia liberal (en crisis) no ha podido contener en EU y, aparentemente, en otros contextos del mundo occidental, por mencionar el espacio político cultural más representativo de este proceso histórico.

Ante este imperio de la mentira del poder, la más cínica, dañina y atentatoria de las libertades y los derechos ciudadanos que haya habido desde los tiempos de Nixon, la democracia misma se encuentra atrapada y aún sin un antídoto que contrarreste esta corrosión pública que se sufre en EU.

El totalitarismo de la narrativa trumpista está poniendo a prueba la institucionalidad democrática estadunidense.

La opinión pública, la prensa y los dos poderes que aún sobreviven a esta embestida antidemocrática habrán de sentar, en los tiempos que vienen, los precedentes que conduzcan este lamentable episodio con el mayor de los equilibrios posibles.

Algo anima este optimismo: una encuesta de RCP de hoy anuncia que sólo 41% del público aprueba el trabajo del señor Trump. Algo es algo.

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