Donald Trump es el último representante del esfuerzo recuperador de la “identidad americana” (American identity), un momento por el cual un sector minoritario, pero importante de la población de EU, había estado esperando. De hecho, podría ser ésta la última oportunidad para la derecha recalcitrante dentro y fuera del Partido Republicano, de garantizar el golpe de mano a las instituciones del Estado. Es por ello que la mayoría de los miembros de esta élite, se han subido al tren trumpista sin pudor alguno.
30 de Septiembre de 2018
Si bien, en la elección de Trump, el factor económico estuvo presente, fue la idea que él vendió de sí mismo como el salvador de la dignidad perdida por EU adentro y afuera, la que le permitió triunfar. Su narrativa subsumió los factores económicos y le dio a la política y a la cultura un peso definitorio para obtener la mayoría crítica que lo salvó de perder en el Colegio Electoral. La reinvención del chivo expiatorio en la forma del mexicano, del musulmán, o del afroestadunidense, le permitió colocar a la blanquitud cristiana como la esencia del EU grandioso (America great again) frente al islamismo o el paganismo anticristiano. Y, para esto, el discurso populista plagado de una dosis de mentira, de intolerancia, de misoginia pura, de xenofobia, de racismo, de un narcisismo explosivo y perverso, y de una visión de capitalismo vulgar, fue muy funcional para convencer a votantes ideales por desinformados y dispuestos a creer la amplia gama de mentiras que, durante la campaña y después, fue capaz de articular Trump, y producir, en consecuencia, un consenso relativo de parte de una minoría de estadunidenses.
EU es una nación que fue conformada gradualmente por inmigrantes: ingleses, mexicanos, daneses, polacos, italianos, irlandeses, chinos y alemanes, entre otras nacionalidades. Independientemente de ello, se trata de una nación que creció creyendo que era la mejor de la tierra, y que la consumación del “sueño americano” era la legitimación prístina de este hecho. La idea de EU de excepcionalidad hizo que sus habitantes tendieran a conformar una mayoría uniforme. Una visión de sí mismos en tanto nación excepcional. A partir del excepcionalismo, el mesianismo y la ejemplaridad, es posible comprender los primeros aspectos de la formación de una cultura política en EU. El excepcionalismo y el sentido de misión, aparte de ser rasgos culturales nativos —y legítimos—, fueron antecedentes directos de la actual posición de poder —aunque decreciente— de Washington en el mapa mundial. No obstante, hoy son posicionados en la forma de un nuevo mesianismo ultraconservador que afecta las condiciones de la sana convivencia política y social de EU.
Junto al matiz proteccionista y aislacionista que Trump ha impuesto a su caótica política global, se puede olfatear, en el actual clima político interno, un tufillo retrógrado que amenaza la arquitectura institucional que explícitamente este gobierno se ha propuesto destruir. Esto es, en sí mismo, el retroceso de los fundamentos liberales de la democracia estadunidense (y que, desafortunadamente, ha sembrado semillas en varios países occidentales), toda vez que tal esfuerzo es empujado por impulsos característicos de los gobiernos autoritarios. Una muestra reciente de este clima enrarecido la tenemos en el proceso de confirmación del juez ultraconservador Brett Kavanaugh para ocupar un puesto vitalicio en la Suprema Corte de Justicia (SCJ). Kavanaugh ha sido acusado por la profesora Christine Blasey Ford de intento de violación cuando ambos eran estudiantes adolescentes. A esta acusación se sumaron otras dos. Kavanaugh fue confrontado por el testimonio de la doctora Ford en una audiencia especial del Senado y es percibido por la mayoría de los observadores como un testimonio muy creíble. El juez reaccionó impulsiva y erráticamente, acusando a los senadores opositores de organizar un complot izquierdista en su contra. Además, a Kavanaugh se le acusó de alcoholismo, lo cual repercute en un temperamento violento contra las mujeres y otros públicos. La obsesión de Trump por saturar de hiperconservadores y secuestrar a la SCJ es un peligro enorme, si consideramos que por ahí pasarán temas trascendentales acerca de los cuales ya sabemos qué piensa Trump y su entorno. Si esta nominación prospera se presagian tiempos difíciles, que pueden intensificar la inédita regresión autoritaria que sufren nuestros vecinos del norte desde hace casi dos años.
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