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Joe Biden y Kamala Harris: ¿Dream Team?

 Joe Biden, el muy seguro candidato del partido demócrata y puntero frente a Trump, acaba de seleccionar de entre un grupo de al menos seis aspirantes a la senadora por California, Kamala Harris, como su compañera de fórmula por la vicepresidencia de EU. Desde la selección de Richard Nixon y Lyndon B. Johnson por los presidenciables Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy quizá ninguna designación del candidato vicepresidencial había atraído tan enorme curiosidad entre la clase política y la población civil en EU, así como tampoco había requerido, por parte del nominado presidencial, un escrutinio tan estrecho. Las razones son varias. Biden ofreció nominar como vice a una mujer, algo sólo visto cuando Geraldine Ferraro fue nominada para el puesto por Walter Mondale o cuando John McCain postuló a Sarah Palin como su compañera de fórmula y ninguna ganó la elección junto a su mentor. Ahora resulta ser distinto. Interesante es ver que esta vez Harris sí puede ser artífice de triunfo para Biden. Aunque no es la titular de la fórmula, Harris, es un activo que ciertamente Biden escogió para ganar lo que él como candidato presidencial no puede ganar. A saber, la confianza del nuevo establishment generacional demócrata que ve a Harris como su puente natural hacia la toma del poder. En este sentido, Biden es un candidato de transición con dos objetivos centrales: quitarle a Trump la presidencia y tratar de normalizar y reformar el sistema político estadunidense tan vapuleado por tan desastrosa presidencia y dos, posicionar (Biden con 77 años no se reelegirá) a una nueva generación de demócratas multifacéticos ideológicamente y multitécnicos, como nunca antes se había visto en la política partidista de EU. Además, hay una sociedad civil independiente, combativa y proactiva detrás de la fórmula demócrata.


Frente a la crisis étnico-cultural que se ha producido en EU desde el asesinato de George Floyd, Trump ha sido el presidente más inútil en términos de política racial que EU haya tenido en toda su historia. Ésto generó un vacío. Vacío que Trump implantó y profundizó y que nunca ha tratado de ocultar. Este vacío evidencia que el magnate no sabe cómo hacerle para manejar un conflicto social con relación a las minorías (la negra y también la latina) a las que siempre, desde sus tiempos como constructor inmobiliario y rentista en los setenta neoyorkinos, ha despreciado en forma tan vulgar como caótica. El racismo explícito e implícito de Trump y otros desplantes antidemocráticos han hecho descollar con una gran fuerza al exvicepresidente blanco del primer presidente negro, quien ahora opta por proyectar políticamente a una negra y sudindia que no sólo podría ser vicepresidenta electa, sino muy posiblemente también presidenta de Estados Unidos en cinco años. Todo esto una vez que Biden, a la edad de 81 años, le dejara el campo para lanzarse como presidenta en potencia, lo que sería una candidatura inédita y reivindicativa del espíritu democrático estadunidense que Trump ha querido destruir desde el inicio de su presidencia.


Qué mejor perfil que el de una hija de inmigrantes (Indo-jamaiquinos), profesionales ambos, para reivindicar, en sentido contrario de la “ajenidad” blanca, el derecho de los nacionales estadunidense a ser gestores y figuras públicas por derecho y mandato constitucional, independientemente de su color o raza. Ciertamente, qué pesadilla para la derecha populista recalcitrante que nos ha atosigado sin parar desde 2016 (y de la cual AMLO ha sido víctima voluntaria y aliada desde que asumió la presidencia). En efecto, desde el miércoles pasado, cuando la fórmula demócrata se presentó en público, Trump, Fox News y varios acólitos del trumpismo, recurrieron al epíteto denigrante para referirse a Harris. Se trató de ataques sexistas y racistas. De ser una “loca” a no ser una negra “pura” no la han bajado. Al más puro estilo de la derecha extrema que es intolerante a la diversidad. Es entendible, Biden y Harris conforman una fórmula ciertamente interesante y atractiva después de casi cuatro años de un gobierno anómico. En mi opinión, la decisión y pronunciamientos de Biden sobre diversos temas sociopolíticos y económicos reflejan el nuevo EU que está empezando a aflorar y que, por el impulso que se ve en la movilización social, puede no tener reversa. En buena medida, Trump es corresponsable de este momento y después de tal desorden gubernamental es muy probable que lo veamos muy pronto partiendo de la Casa Blanca, la cual heredaría a una corriente transformadora y renovadora de la política, la cual aún puede hacerle justicia al pueblo estadunidense, a sus padres fundadores y al mundo entero.

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