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El regreso del hegemón, II

Resultan misteriosos y desafiantes los caminos a través de los cuales los grandes poderes se comportan a través del tiempo y de su tiempo histórico más particular e inmediato. Asimismo, también atrae al análisis cómo en este comportamiento se va dando una arquitectura de la correlación de fuerzas que nos ilumina sobre temas y regiones a donde estarían apuntando los actores a fin de consolidar sus espacios de poder tradicionales y otros nuevos. En este ejercicio de geopolítica, la utilización de países y regiones enteras son susceptibles de resultar útiles para el logro de tales objetivos. El conflicto reciente de Ucrania es un caso en cuestión. Ahí, Rusia primero que nadie, sigue provocando las reacciones de Occidente (incluida la OTAN), al recurrir a las movilizaciones militares en la frontera ucraniana, muy en particular en las zonas “independientes”, Donetsk y Luhansk. En estas dos regiones separatistas prorrusas, Putin emplazó a paramilitares prorrusos amenazando la soberanía ucraniana con el fin de provocar una reacción en Washington, la cual consiguió cuando Biden lo llamó para acordar una pronta reunión, sin mencionar el tema en forma directa. Justamente, semanas después de que el presidente de EU llamara asesino a Putin. La llamada surtió efecto y Putin se replegó, logrando que su objetivo de ser temido más que amado por Occidente se cumpliera. Cualquiera que vaya a ser el resultado de esta acción bélico-política, lo cierto es que Ucrania sigue siendo rehén de un conflicto que inició Rusia y que Occidente no ha sabido cómo destrabar.


Ahora bien, el documento Annual Threat Assessment of the US Intelligence Community, producido por la oficina del director de inteligencia nacional (Office of the Director of National Intelligence), cabeza de la comunidad de inteligencia político militar estadunidense, contempla a una amplia variedad de actores y temas como asignaturas pendientes en seguridad para EU, al tiempo que representan obstáculos para la consecución de los propósitos hegemonistas de dicha nación. Entre estos actores y temas transnacionales, están China, Rusia, Irán, Corea del Norte, cambio climático, migración, terrorismo global, ciberseguridad y otros. Tiene a China como el objetivo número uno a disuadir en el nuevo contexto de ordenamiento global que EU quiere reestablecer para su beneficio. China´s Push for Global Power, es el título del apartado dedicado a China en este texto. Se trata, según Antony Blinken, de “la mayor prueba geopolítica” para EU. Aun cuando se advierte que China continuará ejerciendo presión contra Washington, se advierte de la búsqueda, por parte del liderazgo chino, de “oportunidades tácticas para reducir las tensiones con Washington, cuando tales oportunidades se adapten a sus intereses.” Y agrega, “China mantendrá sus políticas de innovación y de política industrial debido a que los líderes chinos ven esta estrategia como necesaria para reducir la dependencia de tecnologías extranjeras, hacer posible avances militares y sostener el crecimiento económico y, por lo tanto, asegurar la sobrevivencia del Partido Comunista Chino”. Como se puede observar, el análisis disputa el avance económico chino y las tradiciones ideológicas representadas por el comunismo chino, que hoy en día ha optado por la vía nacional a un capitalismo de Estado centralizado. Se trata de dar seguimiento a un proceso iniciado por China para producir, lo que llaman en EU, “un cambio geopolítico epocal” dirigido a contrarrestar las medidas de contención china de Washington. Ante ésta, que es “la mayor prueba geopolítica del siglo XXI”, Blinken lo ha puesto de la siguiente manera: “China es el único país con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar seriamente el sistema internacional estable y abierto: todas las reglas, valores y relaciones que hacen que el mundo funcione como queremos. Nuestra relación con China será competitiva cuando deba ser, colaborativa cuando pueda ser y contradictoria cuando deba ser. Y nos relacionaremos con China desde una posición de fuerza”. A diferencia de Rusia o de los otros varios casos del análisis, China es el que más en serio se toman en Washington, toda vez que su empuje económico le impone a EU un desafío enorme en lo comercial, fundamentalmente, desde donde se desprenden todos los otros retos que representa Beijing, incluido el militar.


La diferencia con la presidencia de Trump es que en el rubro de China se exponen consistentemente las posiciones del Centro Racional de Decisiones, que la presidencia de Trump dejó a la deriva durante cuatro años de desgobernanza global. Esto es lo que será más relevante para el éxito de esta estrategia hacia la preeminencia hegemónica de Estados Unidos y más todavía si agregamos que es una política que se llevará a cabo con la colaboración de los aliados de Washington.

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