Thom Hartmann, escritor y animador de radio famoso por sus posturas progresistas, nos recuerda que no hay que olvidar nunca que lo que está ocurriendo en Afganistán es el acto final de la estrategia de George W. Bush para lograr la reelección presidencial en 2004. Tampoco merece olvidar que el mismo operativo fue escenificado por Donald Trump, con el mismo propósito que Bush, al negociar con el Talibán (mal) la salida de EU de Afganistán. La salida ha sido amarga y amenaza con convertirse, si no es que ya lo hizo, en una catástrofe política para el presidente Biden. Por otro lado, hay que recordar que la invasión de Afganistán, así como la de Irak, estuvo plagada de las mentiras de Bush. Aun cuando los talibanes le ofrecieron la cabeza de Osama bin Laden, Bush rechazó la oferta en su obsesión por convertirse en un presidente en tiempos de guerra para asegurarse el éxito de su mandato, ante la total falta de legitimidad con la que había ascendido al poder en 2001. Con esta decisión y la prolongada presencia militar y política de EU en Afganistán, se marcó la pauta del fracaso estratégico de Washington en su aventura afgana. De haber sido una avanzada militar que tenía el propósito de saldar cuentas por los atentados del 11-S, la aventura se convirtió en un caótico intento de cambio de régimen que, ante la incompetencia y corrupción de la clase política afgana, fracasó estrepitosamente.
Las pésimas negociaciones de Trump, quien intentó lo mismo que Bush, dieron a los talibanes todo lo que querían: poder, legitimidad y la liberación de cinco mil criminales de guerra de la peor calaña. Esto con el fin de alardear en la campaña de un pírrico triunfo político al haber negociado la paz y satisfacer a la opinión pública que exigía ya el retiro de las tropas estadunidenses de Afganistán. En realidad, lo que Trump irresponsablemente hizo fue heredar una bomba de tiempo que explotó el mismo 12 de agosto pasado y que no ha dejado de ocasionar bajas a EU y aliados. El atentado de ISIS en Khorazan (ISIS-K), célula ultraradical del Estado islámico instalada en Afganistán y Pakistán (por si faltaba algo), el pasado jueves, que costó 13 muertes y 15 heridos entre las fuerzas de ocupación de EU, además de al menos 60 muertos afganos y cientos de heridos, ha sido la demostración más rotunda de la falta total de agenda de riesgo por parte de los cuerpos de la inteligencia política y militar del ejército estadunidense, que ha estado asesorando mal y tarde a un Biden hoy cuasi derrotado por los acontecimientos trágicos que han ocurrido en menos de un mes
Como prácticamente todo lo que dejó Trump, su sabotaje en Afganistán no es pretexto para justificar los grandes errores tácticos y estratégicos cometidos por Biden y su equipo, todo lo cual sorprende dada su enorme experiencia en asuntos de política exterior. El principal error táctico fue haberse salido apresuradamente del teatro de guerra que EU originalmente había diseñado. La retirada tendría que haber ocurrido después de asegurar el desalojo de todos y cada uno de los ciudadanos estadunidenses, aliados y afganos que habían colaborado con EU y las fuerzas de ocupación de la OTAN. Haber mantenido el frente militar de contención a la toma de los talibanes del territorio, habría permitido realizar una operación de limpieza ordenada y eventualmente haber impedido también la infiltración de ISIS y las consecuencias trágicas del atentado y de los que podrían todavía ocurrir. Al parecer, Biden no hizo caso a la CIA, que habría anunciado en despachos de inteligencia que los talibanes avanzarían con mucha mayor celeridad de la esperada por Washington y los militares. Esto ha ocasionado una severa pugna entre el Pentágono y los cuerpos de inteligencia civiles, lo que agrega aún más dramatismo a los sucesos. En esta amarga derrota, EU pone en evidencia el fracaso político y social de su encomienda. No sólo se trata del regreso del yihadismo al poder en Kabul, es también el regreso de la burka y el atentado contra las futuras generaciones de afganos, y principalmente afganas, que se verán impedidos de ejercer su derecho a la educación laica y moderna. A pesar de las garantías del alto mando talibán a que las mujeres sigan ejerciendo sus derechos, domina el pesimismo ante la declarada imposición de la ley de la sharia, cuyas víctimas inmediatas van a ser las mujeres y los niños. EU y sus aliados están siendo los principales responsables de la peor tragedia cultural ocurrida en nuestros tiempos y de la triste victoria del oscurantismo sobre la ilustración.
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