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¿Hacia una nueva Guerra Fría? (III y último)

 Who rules the East Europe commands the Heartland

Who rules the Heartland commands The World-Island

Who rules the World-Island commands the World

John Mackinder 

Democratic Ideals and Reality


Como decíamos, la trágica invasión de Ucrania y la declaración de la UE, en el sentido de que Rusia era “una amenaza directa”, pone de relieve no sólo un inédito conflicto intereuropeo/asiático, sino también la importancia de que en teoría geopolítica se ha dado al concepto de Heartland, también conocida como área pivote. Lo que se está confrontando aquí no es sólo una vieja y arcaica idea del mundo contra una moderna que se corresponde con los tiempos actuales, sino la recuperación de un poder imperial que se desprende de un sentimiento de pérdida de identidad rusa (desde que la URSS sucumbió) y que Putin ha sabido vender bien a sus gobernados, aunque esto incluyera –para recuperarla– la invasión más ilegal e injustificada de la historia moderna –más todavía que la oprobiosa invasión estadunidense de Irak.


En “El pivote geográfico (Rusia) de la historia”, una contribución del geógrafo británico John Mackinder, considerado el padre de la geopolítica y la geoestratégica, se plantea que aquel que gobierna Europa del Este manda en el corazón de la Tierra (Heartland). Y quien controla la Heartland manda en la isla mundo (World Island). Y quien manda en la Isla Mundo, gobierna el mundo. En 1985, el politólogo estadunidense Aaron Wildavsky se refirió a Estados Unidos en los siguientes términos: “Por su misma existencia, ya sea que lo deseara o no, Estados Unidos es y debe permanecer como el escudo de Occidente, es el único poder en el mundo capaz de resistir a la Unión Soviética. El pecado de Estados Unidos es que existe; por ello, amenaza el principio vital de la norma soviética: ningún centro independiente de poder”. Dentro de este marco de “lucha contextual por la existencia con los más fuertes sobreviviendo”, podemos encontrar la formación del concepto de Heartland, que es muy importante para definir el contorno geoestratégico del mundo. Mackinder sugirió por primera vez el significado de “Heartland” ante la Royal Geographical Society en enero de 1904, en un documento titulado El pivote geográfico de la historia, en el que sostenía que los territorios asiáticos, en particular su centro (Heartland), tenían un desagüe hacia el continente o hacia el Ártico y, por lo tanto, estaban fuera del alcance del poder marítimo. Él veía el área pivote del Heartland como el área geopolítica clave en el mundo contemporáneo.


La idea de que Rusia era potencialmente la nación más poderosa en el mundo, en virtud de su situación geopolítica única era el centro del argumento. El geopolítico británico la siguió desarrollando más adelante en 1919 (cuando expuso que concebía a Rusia como el área pivote del Heartland). Al mismo tiempo, el Heartland estaba rodeado por lo que denominaba el Rimland, es decir, la China del norte, India y parte del mundo árabe. Mackinder define, pues, al Heartland en términos generales como la región a la cual, bajo condiciones modernas, puede negársele acceso al poder territorial, es decir, la Isla-Mundo (la masa continental conformada por Europa, Asia y África) concibe que el Heartland es una realidad geográfica final con respecto al poder marítimo y terrestre, y que Europa del Este es esencialmente una parte del Heartland. Mackinder continuaría desarrollando el concepto de Heartland hasta la época de la Guerra Fría. Su concepción del mundo es en buena medida una versión temprana de la teoría de la contención, puesto que está basada en la visión de una situación del mundo impulsada por un planteamiento confrontacionista en donde Occidente debía ser la fuerza dominante entre otras fuerzas.


Así las cosas, el acoso indiscriminado de Putin sobre el Este ucraniano a fin de cerrar los accesos al mar de Azov y al Mar Negro, bombardeando de pasada a toda la población civil, tiene como objetivo cerrar la pinza rusa, incluso en las fronteras con países de la OTAN, como Rumania y Polonia, con el fin último de apoderarse del eje Norte–Sur que conduce a Kiev. Lo cierto es que el cálculo inicial de esta táctica se ha visto confrontado con la resistencia de las fuerzas armadas y la población civil de Ucrania, y, por lo menos en el Sur (y en algunas ciudades del Este), la avanzada militar rusa ha fracasado: de ahí la suposición de que ante tal situación, Moscú opte por el uso de armas químicas. Rusia, en efecto, ha provocado con su impulso militarista y golpista una nueva Guerra Fría en Europa, que puede tener repercusiones internacionales y eventualmente provocar que otros actores fuera de esta zona de influencia (EU, China e India) se aventuren en uno u otro sentido e intervengan en el conflicto, lo cual escalaría aún más la trágica guerra contra una nación inocente. Es decir, ante más fracasada sea la aventura rusa, más inclemente serían sus ataques. Este escenario, que ciertamente afectaría los intereses de la OTAN, si se tocara a alguno de sus socios, puede ser determinante para provocar una conflagración de dimensiones internacionales, que haría peligrar a la civilización tal y como la conocemos.

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