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El regreso de Calígula, II

 Hay tres delitos que presumiblemente cometió Donald Trump y por los cuales (dos de ellos) es potencialmente acusado por la justicia federal y estatal (el estado de Nueva York) e investigado por una Comisión legislativa. El que investiga la comisión del Congreso argumenta que el magnate instigó y toleró hasta la saciedad las graves revueltas del 6 de enero de 2021 en contra del Capitolio de EU, sede del poder legislativo y un baluarte democrático sagrado para la sociedad estadunidense. De esta investigación bipartidista (ocho demócratas y dos republicanos) se está encargando la comisión legislativa del 6 de enero, que ha puesto en evidencia el comportamiento deliberadamente antidemocrático y golpista de Trump durante esta revuelta, que se inició en un plantón frente a la Casa Blanca, en el cual el expresidente instó a sus seguidores a defenderse del fraude electoral (fraude que nunca se probó, ni existió) y “salvar” a la patria de su hundimiento. La comisión ha culpado a Trump de instigar un plan “abiertamente homicida” y que no hizo nada para frenar el asalto al Capitolio. 


El otro caso está en manos de la fiscal de Nueva York, Letitia James, y se refiere a las múltiples triquiñuelas de Trump para llevar a cabo sus prácticas comerciales, en particular las acusaciones de que tergiversó el valor de sus activos ante los prestamistas y Hacienda para garantizarse préstamos preferentes y obtener exenciones fiscales. En días pasados Trump fue citado por la oficina de la fiscal a declarar, a lo cual el expresidente se negó, apelando a la quinta enmienda de la Constitución, que a la letra dice que “ninguna persona será detenida para que responda por un delito capital, o infamante por algún otro concepto, sin un auto de denuncia o acusación formulado por un Gran Jurado”. Está claro que esta evasión no impedirá que la investigación continúe y que no lo dejará descansar durante, al menos, lo que resta de este año y subsiguientes; toda vez que se trata de dos investigaciones en paralelo, una civil y otra penal, iniciadas en 2019 por Cyrus Vance, el anterior fiscal de Manhattan y que continúa bajo la dirección del nuevo fiscal, Alvin Bragg. 


 Y el tercer cargo por el cual está ya siendo investigado por el Departamento de Justicia (y su brazo policiaco, el FBI), es la sustracción de documentos oficiales clasificados y que los Archivos Nacionales han estado reclamándole a Trump en los últimos meses, con relativo éxito. Este despojo de documentación presidencial se ha hecho en abierto desacato a la legalidad y al estatuto del presidente y muestra a un personaje carente de toda ética y también a un gran manipulador que utiliza perversamente la posverdad para inmolarse y autovictimarse como perseguido político ante unas bases sedientas de sangre, llenas de odio y de más violencia que la que ya han causado en contra de la institucionalidad democrática estadunidense. Es en este marco que se da el regreso de Trump a la escena política, regreso en el que se está valiendo de todo tipo de manipulaciones para posicionarse en el tablero del partido republicano, que hoy vuelve a aparecer como un partido secuestrado por el trumpismo con todo lo trágico que esto tiene para los sectores conservadores que aún son demócratas y que han quedado marginados por la corriente más reaccionaria y autocrática del partido de la que se tenga memoria. La pregunta aquí es quién está ganando el golpe mediático a raíz del registro de la mansión de Mar-a-Lago. Pronto veremos si el Departamento de Justicia acertó o erró al emprender tal acción. 


 Por lo pronto las hordas trumpistas ya están, de nuevo, recurriendo a sus teorías de la conspiración incendiarias y oportunistas. Habrá que ver hasta dónde se estará generando una opinión proTrump con el “raid” (Trump dixit) del FBI y con esto apuntalando en potencia al expresidente en su búsqueda por una nueva elección. Ciertamente un problema que Biden (que ha recuperado terreno en las encuestas con la nueva ley de impuestos, salud y clima) no se esperaba tener en este momento en que las elecciones intermedias de noviembre se avecinan. Para evitar una pérdida mayor frente a los enardecidos republicanos, el Departamento de Justicia tendrá que actuar rápido y con transparencia y, en su caso, formularle los debidos cargos a Trump, a quien sin duda hay que parar para que no vuelva al poder. 

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