El presidente Joe Biden tenía planeado lanzar su discurso pre reeleccionista en su informe a la nación, el ya famoso State of the Union. El globo chino frustró sus planes, tanto por la presencia misma de este artefacto de vuelo libre sobre territorio estadunidense, como por su derribo por la fuerza aérea de Estados Unidos sobre la costa de Carolina del Sur. El globo chino, que ya había volado durante la era de Trump en tres ocasiones sin haber sido detectado por el aparato de seguridad de Washington, se ha vuelto la gran novedad disruptiva en las muy enrarecidas relaciones sino-estadunidenses. Y también se ha convertido en un centro de disputa con los republicanos más recalcitrantes, como es el caso de la diputada Taylor Greene, quien en uno de sus típicos desplantes, declaró que no creía en las excusas del gobierno del porqué Biden se había esperado a que el globo estuviera sobre el mar para destruirlo y evitar así riesgos para la población civil en tierra firme. Se trata de un desplante clásico del trumpismo y que seguramente será la marca de la casa durante la gestión legislativa que ya inició en Estados Unidos. Por el lado chino, Beijing acusó a Biden de actuar fuera del protocolo al haber exagerado la dimensión del peligro que implicaba el objeto volador no tripulado. Es decir, se enrarecieron aún más las relaciones entre China y EU, cuya decisión de suspender la visita de Antony Blinken a China atizó aún más el fuego de una relación que pasa por una crisis de tensión de alto riesgo para ambas potencias.
La tensión, pues, llegó al Congreso, cuando, en su informe, Biden declaró que EU protegería la soberanía y seguridad estadunidense frente a las provocaciones de China. Una señal de advertencia de Washington que no parece estar siendo bien recibida por el régimen chino, que ya anunció medidas equivalentes en respuesta. El portavoz del ministerio de defensa chino, Tan Kefei, calificó de “claramente exagerada” la reacción de Estados Unidos de “atacar” sus “aeronaves civiles no tripuladas”; asimismo, Tan manifestó solemnemente “su protesta contra esta decisión de la parte estadunidense” y declaró que China se reserva “el derecho a usar los medios necesarios para hacer frente a situaciones similares”. En su comunicado, el ministerio de defensa chino explicó que la desviación del globo se debía a un error ocasionado por las corrientes de aire y que el artefacto tenía como propósito detectar cambios meteorológicos en la atmósfera. El globo, sigue el comunicado, se adentró en el espacio aéreo de Estados Unidos “de forma no intencionada y por causas de fuerza mayor”. China pidió claramente a la parte estadunidense que gestionase el asunto adecuadamente, con calma, profesionalidad y moderación”. China asegura que el objeto volador no representaba peligro alguno para la población civil estadunidense, a lo cual algunos sectores duros del establecimiento político estadunidense, como lo muestra la reacción acalorada de Greene, se han negado a aceptar y han acusado a Biden de lentitud y tibieza en la respuesta a lo que los republicanos consideran agresión china.
En cualquier caso, este evento y el reciente derribo de otro artefacto el pasado viernes (todo hace pensar en actividades de espionaje), aún de origen desconocido, que sobrevolaba el territorio de Alaska, ha mantenido prendidas las luces amarillas del aparato de seguridad estadunidense y ha provocado sobrerreacciones de algunos sectores políticos y sociales. Por lo pronto, el departamento de defensa ha declarado que su aeronave F22 lo derribó porque representaba un riesgo para la aviación civil estadunidense. Por su parte, la senadora republicana por Alaska, Lisa Murkowski, ya protestó airadamente por la doble incursión de estos artefactos sobre su estado y se inconformó por la lentitud del Pentágono. A estos incidentes, no del todo aclarados, hay que agregar el reconocimiento chino de que otro globo detectado en el espacio aéreo latinoamericano, en efecto, era de origen chino, lo cual hace pensar que China se ha embarcado en labores dudosas en la utilización de estos artefactos. Así como la discusión sobre estos incidentes impactó el debate interno de Estados Unidos, seguramente veremos que la rivalidad entre las dos potencias se agudice e impida, por lo menos en cuestiones de forma, los acercamientos imprescindibles para generar condiciones de distensión en los meses por venir. Por ahora, China y Estados Unidos deben de aclarar los propósitos que dichos artefactos tenían en su incursión en el espacio aéreo estadunidense. Todo lo cual podría calmar la inquietud que la situación ha provocado sobre la opinión pública estadunidense y mundial.
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