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EU y México frente a una frontera indómita

 El presidente Joe Biden tiene varios frentes abiertos con miras a lograr exitosamente su reelección en 2024. Uno de esos frentes es la migración, por la que está recibiendo múltiples presiones de dentro y fuera del Partido Demócrata (y, desde luego, desde dentro de la base y establishment más duros del Partido Republicano), por contenerla a como dé lugar. O bien, organizando su arribo (aceptando y procesando las peticiones de asilo) y cumplir con los valores que distinguen a Estados Unidos, tal y como exige el senador demócrata Bob Menéndez, quien lo dijo así: “La militarización de la frontera de la administración Biden es inaceptable. Ya hay una crisis humanitaria en el hemisferio occidental y el desplazamiento de personal militar sólo indica que los migrantes son una amenaza que requiere a nuestras tropas contener. Nada podría ser más lejano a la verdad.” En el fondo, Menéndez reclama que Biden haya desperdiciado más de dos años para planear el fin de la era anti inmigratoria de Trump, “en una forma en que no comprometieran [nuestros] valores como país”. Menéndez advirtió que ha ofrecido planes estratégicos al equipo de Biden que han ignorado a lo largo del tiempo. “Tratar de anotar puntos o intimidar migrantes al enviar a militares a la frontera alimenta los ataques xenófobos a nuestro sistema de asilo”. Menéndez es el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y una de las voces más influyentes en la Cámara alta y en la planificación de la política exterior de la Casa Blanca. Así que su postura influirá, al interior del Partido Demócrata, sobre las políticas que se sigan acerca del tema migratorio.


La eliminación del Título 42, dará pie, a partir del 11 de mayo, a que se atiendan las peticiones de asilo, sin expulsar a los migrantes solicitantes de entrada a EU por razones humanitarias (asilo político) y de carácter económico (asilo económico). Y aquí es donde va a empezar a trascender, con las implicaciones políticas del caso, el tema de la migración como el gran tema de campaña, quizás el más intenso que vaya a tener la contienda política por la presidencia en 2024. En todo caso, la militarización de la frontera, si bien responde a una presión interna que se enmarca en el proceso electoral venidero, también es consecuencia de una política migratoria mal llevada por EU y México. EU podría haber buscado ya un mecanismo que lo llevara a establecer las bases de una reforma migratoria integral, que ciertamente se reconoce como complicada debido a la alta presión a la que Biden ha sido sometido por la ultraderecha republicana y por las recalcitrantes hordas trumpistas, que por ningún motivo quieren permitir una reforma migratoria integral. Además, en estos momentos, el Partido Demócrata es minoría en la Cámara de Representantes. Por otro lado, la falta de agenda de riesgo del INM y de las otras autoridades que están a cargo de la crisis migratoria en México, es en gran parte la causa por la que la migración es un problema sociopolítico de la más grave envergadura. México no ha sabido ni qué ni cómo hacerle para, primero, contener las olas de migrantes y, segundo, cómo llevar a cabo la política de recepción de migrantes expulsados de EU, darles un alojamiento y servicios de alimentación y salud. México nunca debió de aceptar ser tercer país seguro sin negociar con EU un fondo de apoyo económico que le permitiera poder construir la infraestructura necesaria para asilar temporalmente a miles de migrantes, que hoy día se han instalado en la vía pública de las ciudades fronterizas. Ese acuerdo lo logró Turquía con la UE y ha logrado un relativo éxito para contener a los migrantes del Mediterráneo y El Egeo a cambio de un aporte de 350 millones de euros (misma cantidad que también proporcionó a Grecia) para apoyar esa política restrictiva. Aparentemente México se negó a negociar este apoyo, por razones que no han quedado del todo claras, pero que pueden ser atribuibles a un nacionalismo ramplón que este gobierno se ha dado a la tarea de defender a expensas de la seguridad nacional. EU estima que el problema migratorio es un problema de seguridad nacional y de política interna de la máxima importancia. México está dependiendo de dos cosas: que los flujos migratorios no aumenten más y de que las expulsiones de los migrantes de EU a México no se conviertan en un problema social para nuestro país. Para Biden, éste es un tema electoral y, en México, que ha seguido el libreto escrito por EU al pie de la letra, el mismo no se ha manejado con la debida transparencia frente a nuestra opinión pública. Estamos a la deriva frente a la crisis migratoria más grande de nuestra historia.

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