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La OTAN rebobinada

 La semana pasada tuvo lugar en Vilnius, Lituania, la más reciente cumbre de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), con la asistencia de todos sus miembros y de invitados especiales de otras regiones del mundo, así como con la presencia también de Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania y parte sumamente interesada, en virtud de que insistió en ser aceptado en la OTAN como nuevo miembro, todo lo cual no sucedió. En los 500 días que han pasado desde que Putin invadiera Ucrania, la OTAN ha crecido y, lejos de dividirse o debilitarse, se ha cohesionado, fortalecido y seguirá ampliándose con la entrada de Suecia, toda vez que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan ha levantado ya el veto para que Suecia entre y se convierta en el miembro número 32. Lo anterior, no sin antes haber negociado arduamente cuotas específicas de poder, especialmente haber comprometido a Suecia a combatir al PKK, el partido kurdo que tanto molesta a Erdogan y al que considera como un grupo terrorista. A esta exigencia para levantar el veto a Suecia, se suma ahora un elemento de franco chantaje que no sabemos hasta dónde tendrá éxito: me refiero a la demanda de Turquía de ser aceptada como miembro de la Unión Europea, tema que tiene prácticamente cincuenta años en el tintero de Ankara, sin que hasta ahora fuera atendido por la UE. Los argumentos de la UE son la violación a los derechos humanos y la decadencia democracia turca, que es víctima de la autocracia de Erdogan. Habrá que ver si la UE estará dispuesta a deponer sus principios fundacionales en aras de lograr una ganancia geopolítica. Ciertamente, Erdogan ha sabido jugar sus cartas y ha impuesto sus términos, muy a pesar del delicado equilibrio que afronta la UE en su propio espacio geopolítico.


En todo caso, la ganancia principal de la OTAN, después del activo que supuso la adhesión de Finlandia, es haber logrado también el concurso de Suecia, que es un país con una larga y antigua tradición en la construcción de submarinos, que bien podrán estar vigilantes para garantizar la seguridad marítima del Báltico y de un país como Polonia, por ejemplo. Así las cosas, Suecia se comprometió –y con esto, la OTAN– a trabajar dentro de la UE para revitalizar las relaciones con Turquía, especialmente la modernización del pacto aduanero bilateral y el impulso a la liberalización de visados. Éstas son las zonas en dónde podremos ver movimiento en las próximas semanas, lo cual podrá sellar el acuerdo y la entrada de Suecia a la OTAN. A todo esto, Suecia, a fin de lograr el pase a la OTAN, reformó su Constitución y sus leyes en materia antiterrorista, aumentando su cuota en la lucha contra el PKK. Además, acordó un pacto bilateral de seguridad con Turquía y también un esquema de cooperación económico novedoso que pretende continuar con Turquía en este crítico tramo de las negociaciones.


Sin embargo, lo que más impactó en la reunión de la OTAN y que fue tema de debate entre las partes, fue el papel de Ucrania y su potencial incorporación a la OTAN como el miembro 33. El domingo previo a la reunión, el presidente Joe Biden, en una entrevista con Fareed Zakaria en CNN, había declarado que los tiempos de guerra y conflicto impedían que Ucrania se incorporara a la organización mientras persistiera el conflicto bélico. La razón de Washington, muy a pesar de su anterior insistencia en que Ucrania formara parte de la organización era que la incorporación de Ucrania supondría que la OTAN, de acuerdo con el artículo 5 de defensa mutua, plantara cara guerrera frente a Moscú y ocasionar con esto una conflagración mundial, desde Europa, contra el Kremlin. Aunque sin convencerse del todo, Zelenski aceptó la decisión a cambio del ofrecimiento de que eventualmente sería invitada a pertenecer a la OTAN (cuando las condiciones lo permitan) y de la creación de un Consejo OTAN-Ucrania que, junto con el paquete de ayuda que ofreció el G7, otorgaría a Ucrania ayuda militar moderna, asistencia de seguridad, apoyo militar a los tres niveles y asistencia económica. Esta iniciativa fortalece a Ucrania en su defensa contra Rusia, pero también la convierte en un actor cautivo de Occidente, de quien depende prácticamente en todo. Hay que subrayar que, contrario a lo que Moscú pretendía, la OTAN ha dado signos de enorme fortaleza y se ha afianzado como el bloque militar de defensa más importante del mundo, lo cual es mala noticia para el Kremlin, pero también significa riesgos de escalamiento de conflictos militares en esa y en otras regiones del globo.

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