Son innumerables las fracturas geopolíticas que afronta el sistema internacional de nuestros días. Cinco grandes acontecimientos ponen en evidencia esto: la invasión injustificada de Rusia sobre Ucrania, que ha llevado a este país a vivir una desolación mortal y una diáspora de proporciones enormes acerca de las cuales no se vislumbra su final desafortunadamente; la guerra de Israel contra los grupos terroristas, Hamás y La Yihad islámica en la Franja de Gaza, y Hezbolá en el Líbano, en donde (principalmente en Gaza) Israel ha bombardeado sin parar desde el terrible asesinato colectivo del 7 de octubre de Hamás en contra de 1,500 pobladores inocentes israelíes. Hasta el momento se calculan en cerca de 20 mil las muertes en Gaza (la mitad son niños) ocasionadas por el bombardeo indiscriminado ordenado por Benjamín Netanyahu y su banda de halcones que lo acompañan en el gobierno, la mayoría de ellos de extrema derecha religiosa. Su consigna es destruir radicalmente a Hamás, sin pensar que sus impulsos guerreristas como respuesta a la barbarie de Hamás, acumulará un resentimiento enorme entre los habitantes de Gaza y Cisjordania, todo lo cual presagia el estallamiento de reacciones fundamentalistas en todo el mundo y en el propio Oriente Medio en los próximos años. El tercer acontecimiento es la crisis migratoria y el conflicto de fuerzas que tiene lugar entre el Estado y los grupos no estatales que comercian con la miseria de los migrantes que han andado a la deriva, ya sea en Europa o en México y Estados Unidos. Su peregrinar ha sido, en la gran mayoría de los casos, infructuoso y, en muchos casos, mortal: los estados se han visto rebasados por las olas de personas migrantes que buscan escapar de la miseria, política, económica y social, como es el caso de la mayoría de los migrantes africanos, cubanos venezolanos, nicaragüenses, en donde la represión y la injusticia los persigue, al tiempo que los expulsa de sus países de origen. El cuarto fenómeno es el declive democrático en países y sociedades que son dominados por tradiciones populistas nacionalistas recalcitrantes y de extremismos ideológicos que están carcomiendo las entrañas de los sistemas y las instituciones democráticas. Éste es el caso de Cuba, Estados Unidos, Venezuela, Nicaragua, Argentina y, en forma reciente, México, por no mencionar a Hungría y Polonia, que se acaba de liberar del yugo de Ley y Justicia (PiS), formación de extrema derecha y sumamente polarizante en el espacio europeo. El caso de EU es especialmente preocupante pues las implicaciones de que el populismo trumpiano arribe al poder son de alto riesgo, toda vez que, en esta ocasión, Trump irrumpiría furibundo y con ímpetus de venganza, en contra de las instituciones políticas democráticas que lo han juzgado y señalado como el responsable de varios delitos, incluido el de insurrección por la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021. Se trataría de un asalto al poder y una amplia expansión de la demagogia, polarizando a la sociedad, creando un clima de pánico, hostilidad y desconfianza mutua. Es la fórmula idónea (de la que nos hablan Levitsky y Ziblatt, en Cómo mueren las democracias), utilizada con éxito por los Putin, los Erdogan, los Orbán, los Maduro, los Ortega, los Milei, los Evos, los obradoristas y un sinnúmero de líderes radicales y obtusos que están obsesionados por su permanencia en el poder, a costa de lo que sea, ya sea a través de su permanencia física o de interpósita persona. Y, por último, y no por ello menos importante, está la amenaza del crimen organizado, que en muchos casos ha tomado control del Estado y su funcionamiento institucional. Se ha apoderado de regiones enteras en donde manda y gobierna sin control alguno de parte de las autoridades respectivas, matando con una impunidad que sólo se puede dar en un Estado fallido
Así pues, han sido las guerras, la marginación de la población flotante que deambula por el planeta buscando seguridad, recursos y protección, el crimen organizado y el predominio del populismo autocrático, los factores que han hecho presencia desde el 2022 en las diferentes subregiones del mundo, entre las cuales México no es excepción, sino protagonista central. Son, también, los factores de fractura del orden nacional y global, que seguirán dominando, desafortunadamente, los giros que habrá de dar la historia en el año por venir. No sobra decir que un alto grado de cautela es necesario para enfrentar los retos que esto supone para la sociedad global. ¡Feliz año nuevo para nuestros queridos lectores!
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