La serie de barbaridades y atropellos cometidos por el gobierno extremista de Israel en contra de la población civil en Gaza han acabado cercándolo y lo han convertido en un paria internacional, aunque con sonora impunidad. Después de matar a más de 32 mil civiles palestinos (eso sin contar a los palestinos que se encuentran bajo los escombros), Netanyahu acaba de cometer un crimen que, visto desde cualquier prisma jurídico, tendría que ser motivo de enjuiciamiento y sanción. El ataque y matanza de siete trabajadores humanitarios de la organización World Central Kitchen (WCK) el lunes pasado se ha convertido en un parteaguas del conflicto en Oriente Medio. El convoy de esta organización conocida por su vocación filantrópica regresaba después de repartir comida en Gaza y había informado al gobierno israelí de sus recorridos, en específico había informado del recorrido que haría el día de la tragedia. De aquí la indignación por la violación flagrante del ejército israelí de los derechos humanos de los cooperantes internacionales y de WCK (la violación de los derechos de civiles locales y extranjeros por parte de Israel tiene una larga historia). La comunidad internacional reaccionó indignada ante el hecho, lo cual fue precedido por la indignación ante el hecho de que se estuviera usando, por parte de Israel, el hambre como arma de guerra, que de acuerdo con Sven Koopmans, enviado de la Unión Europea para la paz en Oriente Próximo, es no sólo ilegal, sino también atroz e incomprensible. El diplomático promueve la idea de una paz urgente en la que Israel esté seguro y Palestina libre, todo lo cual implica el reconocimiento de la existencia de dos estados, ante lo cual Netanyahu se ha negado repetidamente en declaraciones públicas.
El asesinato de los siete cooperantes encendió por fin (aunque aún con la timidez y dobles estándares que ha caracterizado la política de Washington hacia Israel) las alarmas en la Casa Blanca y en una conversación de 30 minutos entre Biden y Netanyahu, el presidente estadunidense supeditó su apoyo a la protección de los civiles en Gaza. Esta advertencia representa el mayor reproche desde que dio inicio el conflicto y pone en evidencia el creciente malestar que hay en Estados Unidos por la masacre de palestinos. Sobre todo, muestra el debilitamiento de la causa israelí entre la clase política y la sociedad estadunidense. Además de que ha representado una tensión creciente en el proceso político estadunidense que ha empezado a afectar al presidente Biden en su campaña por la reelección, toda vez que población musulmana, árabe, de jóvenes votantes en estados como Michigan en donde hay fuerte presencia de esta minoría, se han manifestado en favor de hacer un voto de no commitment (no comprometido), incluso se han abstenido de votar por el partido demócrata, partido con el que simpatiza una mayoría sustantiva de estas comunidades. Así las cosas, la presión para Biden proviene también del ala progresista del partido demócrata y del hecho mismo de que José Andrés, el chef dueño de WCK es una celebridad con gran influencia entre la clase política e incluso amigo cercano a Biden, a quien le ha exigido una investigación independiente sobre el ataque “sistemático” contra cada uno de los tres vehículos en los que viajaban los cooperantes. La presión ha llegado al grado de que Chris Coons, principal aliado de la Casa Blanca en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ha declarado que se ha llegado al punto para imponer condiciones a la ayuda militar de EU a Israel. No obstante, como siempre suele ocurrir, una cosa es la dura retórica contra las acciones de Netanyahu y otra muy diferente los fundamentos de la política del aliado estadunidense: el mismo día, aunque antes del asesinato de los cooperantes, la administración de Biden aprobaba el envío de más de dos mil bombas, la mitad de ellas de más de 200 kilos, según reportó la cadena de noticias CNN. Si este apoyo militar persiste de parte del único aliado capaz de contener a Netanyahu, resultará imposible detener los impulsos belicistas de Israel y parar los abusos y atropellos que se están cometiendo contra el pueblo palestino en Gaza.
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