El debate reveló lo que siempre hemos sabido: Trump es un mentiroso consumado, como cuando dijo que le había heredado a Biden la economía más próspera de la historia de EU, o bien cuando dijo que la salida de Afganistán fue desastrosa (lo cual es cierto), siendo que Trump, durante su Presidencia, fue el que firmó el compromiso de EU de salirse de ese país
El presidente Joe Biden quedó a la deriva en el debate del pasado jueves. Se le vio perdido, desarticulado, enojado y con muchos lapsus. Desafortunadamente para él, el partido demócrata y sus seguidores, que pensaban que Biden aún podría ser un dique contra Trump, el presidente perdió este primer debate presidencial y esto ya se refleja en las encuestas posdebate, que declaran a Trump como el ganador de este. Previo al debate las expectativas eran si Trump podría controlarse y evitar sus típicos exabruptos agresivos, lo cual parece ser que logró; y lo otro era si Biden podía mantenerse entero y de pie y articulado durante los 90 minutos que duró el debate, lo cual parece ser que logró a medias. En todo caso, el debate reveló lo que siempre hemos sabido: Trump es un mentiroso consumado, como cuando dijo que le había heredado a Biden la economía más próspera de la historia de EU, o bien cuando dijo que la salida de Afganistán fue desastrosa (lo cual es cierto), siendo que Trump, durante su Presidencia, fue el que firmó el compromiso de Estados Unidos de salirse de ese país. Lo cierto es que el desempeño de Biden agitó los ánimos de los demócratas y de los comentaristas políticos. Entre ellos ha prendido la idea de que lo mejor sería retirar la candidatura de Biden y reemplazarlo, por ejemplo, por Gavin Newsom, el popular gobernador de California. Y este clamor aumenta a pesar de que en la inmediata gira que Biden hizo el viernes por Carolina del Norte, defendió su desempeño como presidente, no sin antes, aceptar que cometió errores de viejo (la Casa Blanca arguye que Biden llegó al debate con un resfrío encima, razón suficiente para haber pedido que el debate se postergara). Recientemente (junio 28), el New York Times lanzó un dramático editorial (que representa al conjunto del variado consejo de administración, entre los cuales se encuentran, entre otras, la empresa financiera Black Rock) pidiéndole a Biden que decline la candidatura; en el editorial se dice que “el servicio público más grande que Biden puede realizar es anunciar que no continuará contendiendo por la reelección”. Una declaración en sí misma muy dura y directa que seguramente los demócratas estarán considerando seriamente, toda vez que representa una variedad de poderosos intereses económicos en Estados Unidos. Del lado republicano, la guerra arreció: la campaña de Trump publicó un video de 90 segundos en que se aprecian los más horríficos momentos de Biden durante el debate. Y el presidente (speaker) de la Cámara Baja, el republicano trumpista Mike Johnson, ha pedido al gabinete de Biden que recurra a la enmienda 25 de la Constitución, según la cual, el gabinete presidencial puede destituir al presidente en funciones por no considerarlo apto para ejercer el cargo.
El debate en su totalidad fue lamentable y un desastre político por los fallos de Biden, pero también por la incompetencia y la mitomanía de Trump. Concentrado todo mundo en las formas se han olvidado los fondos temáticos que presenta la agenda político-económica de Estados Unidos. La patente mediocridad por la que atraviesa el debate estadunidense en su conjunto, se evidencia en el hecho de que hay satisfacción por el hecho de que uno de los contendientes se mostró enérgico (Trump) e insatisfacción porque al otro se le vio cansado y no energético, todo lo cual sí causa un efecto impactante entre un público acostumbrado a favorecer al actor más fuerte y audaz, y a un mercado de la opinión pública tendiente a rechazar todo lo que huela a declive progresivo. En todo caso, se palpa como una decisión ya de por sí tardía, el retirar a Biden de la contienda, arriesgando quizá más que manteniéndolo en la candidatura. Esto es algo que la Casa Blanca y la élite demócrata tendrán que sopesar muy pronto.
Así transcurren los días políticos en Estados Unidos en donde hay dos partidos y dos contendientes que se recriminan sus virtudes y defectos personales y no se debaten a fondo y con propuestas de solución sólidas en temas como la economía, el género, el racismo, la guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza en donde Israel no cesa de cometer atrocidades y otros muchos temas que tienen a Estados Unidos hundido en la ambivalencia, siendo uno de ellos la crisis del sistema político y el avance de la extrema derecha, encabezada por Trump y la facción más reaccionaria del establishment político de ese país, todo lo cual ya tiene impactos negativos en el degradado debate político nacional.
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