En días pasados, Mike Pompeo, Secretario de
Estado de Trump, pasó por México a recibir el parte del dúo pro Trump,
AMLO-Ebrard, sobre el complejo proceso de contención y expulsión de la
indeseada migración centroamericana a Estados Unidos que pasa por México. Se
habían cumplido los 45 días de prueba que Trump le impuso al gobierno federal, los
cuales muy bien se pueden convertir en 17 meses. En efecto, serán largos meses
de campaña electoral en Estados Unidos. Serán también, meses de certificación
continua, en la medida en que a Trump se le antoje para apuntalar su campaña
electoral.
Al igual que en 2016 Peña Nieto le dio alas al Trumpismo para llegar al poder, en esta ocasión, AMLO le podría facilitar la reelección a Trump, toda vez que la cuestión mexicana será reciclada por el magnate a conveniencia y México quedará así expuesto durante la contienda, como un factor detonante para ganar votos de los sectores que en EU coinciden en que México y los mexicanos somos un peligro para la seguridad estadunidense. Ese puede ser el alto costo de la concesión que AMLO le hizo al Trumpismo. México se convierte de nuevo en sujeto de certificación migratoria sin recibir ningún tipo de incentivos a cambio. Nomás por el placer de ser, estimado lector, parecen así decirnos desde Palacio y Cancillería. Sorprende que el mal llamado gobierno de izquierda se incline de esta manera al Coloso del Norte y de paso, someta a todos los mexicanos a las humillaciones de Trump. ¿Quién les pidió que realizaran tal atrocidad? ¿Y qué entienden por soberanía y decencia nacional el presidente y su canciller? Sería bueno que nos lo informaran.
Al igual que en 2016 Peña Nieto le dio alas al Trumpismo para llegar al poder, en esta ocasión, AMLO le podría facilitar la reelección a Trump, toda vez que la cuestión mexicana será reciclada por el magnate a conveniencia y México quedará así expuesto durante la contienda, como un factor detonante para ganar votos de los sectores que en EU coinciden en que México y los mexicanos somos un peligro para la seguridad estadunidense. Ese puede ser el alto costo de la concesión que AMLO le hizo al Trumpismo. México se convierte de nuevo en sujeto de certificación migratoria sin recibir ningún tipo de incentivos a cambio. Nomás por el placer de ser, estimado lector, parecen así decirnos desde Palacio y Cancillería. Sorprende que el mal llamado gobierno de izquierda se incline de esta manera al Coloso del Norte y de paso, someta a todos los mexicanos a las humillaciones de Trump. ¿Quién les pidió que realizaran tal atrocidad? ¿Y qué entienden por soberanía y decencia nacional el presidente y su canciller? Sería bueno que nos lo informaran.
Mario Ojeda, sostenía que
México solía brindar su cooperación a Washington en todo aquello que siendo
fundamental o aun importante para Estados Unidos, no lo era para México. Sólo
que aquí, el gobierno se voló la barda y claudicó en asumir una política
migratoria propia y soberana. En lenguaje coloquial se diría, “entregó la
plaza” a Trump y Pompeo. Cedió en algo fundamental y que es vital para el
interés nacional: definir el tránsito por al país de la población migrante y precisar
los términos de defensa de su seguridad fronteriza. Se convierta o no formalmente
en tercer país seguro (cosa que en los hechos ya ocurre), esto es un precedente
grave que sentará jurisprudencia y restará autoridad, respetabilidad y
autonomía a México en la relación bilateral, e incluso en las relaciones con el
mundo, dado que ya se empieza a ver a México como un gran entreguista frente al
Washington del más detestable presidente de la historia moderna.
Cabe preguntarse si el giro
pro-gringo de AMLO y Ebrard, su entrega palmaria al Trumpismo y su manifiesta incapacidad para entender lo que esto
implica y significa para la República (con mayúsculas), ¿es sólo una
triquiñuela del Canciller para lograr saltar al ruedo de las tribus morenistas
y convertirse así, en la estrella abyecta de la sucesión (si es que habrá alguna,
desde luego), o es simplemente un vulgar y grave error estratégico que bien
puede llevarse de corbata nuestra precaria autonomía relativa frente a
Washington? En todo caso, la política frente a Trump, también se convertirá, si
así lo permite el diferendo entre los moderados y radicales de Morena (los
bolivarianos), instalado en el corazón para-juarista de Palacio, en un
diferendo nodal que confirme o modifique nuestra lamentable política interméstica,
hoy sacrificada por la política autocrática que domina la diplomacia en ambos
lados de la frontera: nunca habíamos tenido dos presidentes, aunque con
orígenes distintos, de estilos tan similares y con visiones tan cerradas frente
al sistema internacional.
La táctica de Trump, de los
“45 días” es, en realidad una nueva medida antimexicana; muy similar a la
cancelación del acuerdo nuclear con Irán, la falaz negociación nuclear con Kim
Jong Un, la más reciente confrontación con China y lo que se atraviese en el camino,
que le pueda favorecer en lo que será una frenética agenda electoral. De tal
forma que México será moneda de cambio latente de Trump en su juego hacia la
reelección. Las artimañas contra México se fortalecerán. Y nuestro bienestar
nacional y fronterizo, sólo dependerá de nuestro buen comportamiento como
guardianes militarizados de la nueva frontera estadunidense, desde el río Bravo
hasta el Suchiate.
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