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Golpe de Estado o Estado fallando

AMLO no sabe, porque no lo sabe, lo que es un golpe de Estado en México y me imagino que tampoco lo quiere. Entonces, ¿Por qué lo invoca?  El golpe de Estado es técnica y políticamente muy complejo de entender. Un golpe de Estado es un acontecimiento tremendo y el cual es generalmente exigido por sectores amplios de una sociedad nacional. Es una forma de intervención política violenta que generalmente conduce al caos y en cuyo proceso las fuerzas armadas toman el control del Estado, derrocando al régimen de gobierno civil en el poder. Generalmente es un movimiento pragmático pero también político, como ocurrió en Chile en septiembre de 1973, cuando amplios sectores de la clase media, con el apoyo propagandístico y material de Washington, clamó por el derrocamiento del gobierno democrático de Allende, lo cual fue posible por la traición de Augusto Pinochet y el oficialismo militar que él encabezó. Hay que decir que a diferencia del trato que el presidente López Obrador ha dispensado al ejército, Allende fue un presidente leal y correcto con las fuerzas armadas. Nunca, sino sólo hasta el momento en que la traición fue evidente, las agravió en forma alguna. En este sentido, más allá del debate ideológico, fue un mandatario republicano y sobrio. AMLO no está demostrando ser lo mismo en relación con el ejército al que ha expuesto y humillado de diversas formas, ante la opinión pública.

De acuerdo a la clásica definición de Olivier Brichet (Étude du coup d'État en fait et en droit, París, Domat-Montchrestien y F. Loviton, 1935), el golpe de Estado es un acto de autoridad brusco e ilegal, aunque reflexivo, en contra de las competencias de las autoridades constituidas. No es un simple evento, todo lo contrario, se trata de todo un acontecimiento que cimbra a una nación entera. El objetivo básico inicial del golpe es neutralizar los medios coercitivos del Estado, mediante el golpe. El golpe de Estado es un asalto directo y fulminante al poder que paraliza el Estado y lo deforma. Es una técnica de usurpación del poder propia de sociedades que están en una fase difícil de democratización, como ocurrió en el Cono Sur y no debiera hacerlo en México en donde el esfuerzo democratizador sigue su curso. Se trata, pues, de una acción armada y política a la vez que desbarata, no compone. ¿Se cumplen en México las condiciones para el golpe de Estado con el que el presidente –no el ejército- nos quiso asustar? Si no fuera así, porqué AMLO lo hizo, qué elementos o pruebas –que no nos ha mostrado- tenía para hacer tan temeraria declaración

No olvidemos que en México, la institución militar, que no la presidencial, es, junto a la Guadalupana y la UNAM, una de las tres instituciones más populares entre los mexicanos. Nos guste o no y aún con los varios hechos que han involucrado a oficiales y sectores de la tropa, con anomalías, actos de corrupción y de represión, el ejército es la institución del Estado que más cerca se ha mantenido de las poblaciones más recónditas de la República. Se trata de la institución que mejor le tiene medido el pulso al clima socio político en el que ve inmersa la sociedad civil. López Obrador se volvió a equivocar y nos puso en riesgo. Como menciono líneas arriba, lo que sí es visible es que en el ejército hay desacuerdo con el Ejecutivo por la fallida estrategia de seguridad, asunto caro para un ejército al que se ha metido hasta las orejas en su implementación. Ante este tema, junto a la economía o la cohesión social, el ejército como cualquier otra institución del Estado, está alerta, preocupado y actuante, pero de ninguna manera significa esto que vaya a romper con casi un siglo de lealtad a la de por si enclenque institucionalidad republicana de la nación.

Después de los asesinatos de elementos de la fuerza pública en Michoacán y Guerrero, del culiacanazo, en medio del cual el presidente, inéditamente, obligo a su General Secretario a divulgar el nombre del encargado de la fallida operación y  de la masacre en contra de la familia LeBarón, que a su vez trajo consigo una grave confrontación con EU, en donde ya se está estudiando clasificar estos actos criminales como actos terroristas con la implícita amenaza de intervención directa “a la Siria”; AMLO insiste tercamente en su máxima, “abrazos no balazos”, lo cual permitirá que la amenaza a la que se nos somete se mantenga. No es de sorprender que el ejército esté molesto, toda vez que es la fuerza que está más expuesta a estos fallos. Es de esperarse que la gallardía impere y el presidente se mueva de esa zona de confort que es la agresividad pasiva y recupere las riendas del Estado que pierde en forma tan dramática como veloz. De no evitar que el Estado falle, este se puede volver fallido.

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