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Patriotas en silla de ruedas

01 de Noviembre de 2015

Nunca, en toda su historia moderna, el Partido Republicano (PR) había estado tan mal equipado para enfrentar las tareas de gobierno. Vaya, ni siquiera tiene un líder carismático como ocurrió en la era de Reagan en la década de los ochenta

Aunque aún es temprano para perfilar su futuro inmediato en las elecciones presidenciales de 2016, ya hay indicios que parecen confirmar el gradual estancamiento que confrontan en esta contienda. Los debates realizados hasta ahora por sus precandidatos con miras a las elecciones primarias presentan un panorama que no satisface a nadie. Por un lado, el establishment del partido ve con horror cómo Trump (cómico-político grotesco por si no hiciera falta) se perfila como el favorito inevitable y deviene en “costumbre” para el electorado, por más que Ben Carson lo empiece a alcanzar. Esto derruye las expectativas de que actores relativamente moderados como Jeb Bush o Marco Rubio (ganador en el tercer debate) puedan perfilarse como candidatos viables; sea quien sea el ganador, Trump ya envenenó el debate. Al mismo tiempo, el Tea Party y elFreedom Party, facciones hiperconservadoras del PR, no están contentos con nada ni con ninguna de las alternativas a la vista. Prueba de ello es la sucesión delSpeaker en la Cámara de Representantes ante la abrupta renuncia de John Boehner, quien no pudo soportar la presión de la extrema derecha republicana. Su sucesión fue compleja debido a que ningún diputado de ese partido se animaba a quedar atrapado en el medio de los chantajes de ambas facciones. Su reemplazo ha sido Paul Ryan, fallido excompañero de fórmula de Mitt Romney en la contienda presidencial pasada. La suya fue una designación condicionada y secuestrada por un puñado de 40 diputados hiperconservadores, mismos que tienen secuestrados los destinos del PR desde que John McCain tuviera a bien designar a Sarah Palin como su compañera de fórmula y de pasada entregar el partido a los sectores más reaccionarios del republicanismo.

De este tamaño es la crisis que vive el PR y de pasada la política estadunidense. Y de este tamaño es el reto tanto de sus precandidatos como de sus electores. Ocurre que en el fondo de este conflicto intramuros del PR, está el hecho de que la sociedad estadunidense ha cambiado dramáticamente en las décadas recientes, pero el PR se ha negado a cambiar junto con ella. Los estadunidenses se han movido hacia adelante, han asumido con novedosa tolerancia asuntos como el comportamiento y las responsabilidades personales, así como sus valores sociales. Mientras tanto el PR se ha quedado estancado en el medio de tabús sociales retrógrados y en un mar de prejuicios acerca de la raza, el género, la libertad sexual, la inmigración, la religión y su obsesión por reconvertirse en el policía del mundo. Muy a pesar de que el liderazgo republicano y sus seguidores en el mundo financiero y de negocios, reconocen la necesidad de moderación en sus posturas pasadas de moda, la base social, especialmente, en el Sur, se resiste a aceptar este cambio. Y esta resistencia les está costando muy caro. Enfrentan ya, no sólo la oposición dentro de sus propias filas, sino también el peligro de la cambiante demografía en EU. Por ejemplo, está la fuerza de la población latina, sin cuyo voto ya no es posible concebir el triunfo de un candidato presidencial, los ciudadanos inmigrados de otras latitudes y los millennials, quienes son más liberales que sus padres y abuelos. Agreguemos a las mujeres, las madres solteras, los afroestadunidenses y la población homosexual para entender lo alejado que el PR de hoy se encuentra de la modernidad política.


Se puede comprender cómo la actual narrativa de los republicanos está fuera de la realidad social y política estadunidense y el grado de descomposición que ésta demuestra frente a los grandes temas del momento. Los patriotas en silla de ruedas y sus posiciones retardatarias no sólo le han impuesto la agenda a su partido y al país entero. También son responsables de que sus precandidatos sean cómplices por omisión de este retraso discursivo y político, lo cual es muy probable que el electorado se los cobre muy caro. Se han convertido todos ellos en escorpiones y sus aguijonazos acabarán envenenándolos mortalmente a todos por igual. Lo peor que puede ocurrirle a políticos con aspiraciones.

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