Como tantos otros temas sobre los cuales el magnate Presidente no tiene ni idea, Trump acaba de exponer a su país y al mundo a la crisis de inseguridad más alarmante en toda la historia política moderna de EU, desde 1945. Al reconocer la ciudad sagrada de Jerusalén como capital de Israel, que por cierto pertenece por igual a todo lo que tenga que ver con la tradición judeocristiana y musulmana (o sea, casi todo el mundo). EU rompe con una larga tradición en la que era puntal en las negociaciones de paz en la región.
10 de Diciembre de 2017
La nueva geopolítica impuesta con esta decisión en el seno del rompecabezas regional más volátil del globo, desintegra todos los equilibrios y la détente de la región. Desde ya, podemos decir que estos equilibrios han estallado, literalmente, de un plumazo. La furia palestina ya se hace sentir y pronto lo hará el resto del mundo musulmán que verá en esta decisión una declaración de guerra. Y es por esto que los aliados estadunidenses y prácticamente el resto de los actores globales han manifestado su asombro y alarma frente a las posibles consecuencias que se avecinan después de este nuevo exceso trumpista.
En consecuencia, es muy probable que pronto veamos los resultados trágicos que muy seguramente tendrá esta decisión, en la forma de nuevos atentados terroristas tanto en Occidente como en otras regiones del globo, ahora, quizá, mucho más concertados de lo que han sido antes. EU se aleja del consenso mundial acerca de las formas de afrontar un conflicto histórico tremendamente delicado. Y de paso causa una gran escisión en su propia coalición y entre los más diversos actores políticos y sociales. Por ejemplo, John Brennan, exdirector de la CIA (2013-2017), ha afirmado en un comunicado: “Esto es un disparate de dimensiones históricas. Los intereses de Estados Unidos van a quedar dañados por muchos años y la región se vuelve mucho más volátil”.
Desafortunadamente, provocaciones como ésta, que son incluso ahistóricas, le dan poder a los halcones israelíes, encabezados por Netanyahu, y a los estadunidenses, encabezados por Trump. El apoyo de Trump significa, en última instancia, el respaldo implícito a Netanyahu, quien en los últimos ocho años ha ejecutado brutalmente el programa de colonización progresiva de Cisjordania, la judaización a ultranza de Jerusalén y la discriminación legal de los ciudadanos palestinos de Israel. Esto ha sido hecho en contra de la voluntad de muchos miembros de la comunidad judía antisionista en Israel y en el resto del mundo. Israel y EU han incumplido con las resoluciones de la ONU y el derecho internacional. Y además de haberlo hecho, simplemente se han reído de la ONU y de la comunidad internacional, que prácticamente en su mayoría ha cuestionado la temeraria medida.
Lo peor: El centro racional de decisiones de EU en política exterior pierde la brújula, y esta decisión devastadora para palestinos, musulmanes y cristianos, por igual, tendrá, entre otros impactos desfavorables para el equilibrio de poder pacífico en el globo, que EU queda claramente descalificado para seguir jugando el papel de mediador central en el conflicto árabe–israelí y en el tan accidentado proceso de paz, como lo había hecho por décadas. A partir de este momento, EU ha quedado aislado de la comunidad de naciones que han respaldado históricamente el acuerdo de paz. Edward Said, sociólogo palestino-estadunidense y autor del clásico libro Orientalismo, había advertido hace más de una década que la única opción racional y justa para la solución del conflicto árabe-israelí era la fundación de un Estado binacional. De otra forma, la violencia continuaría en forma creciente. La ceguera de Trump muy seguramente provocará una escalada de violencia aún mayor.
Con esta decisión, el EU de Trump emprende con mayor determinación un avance significativo en su marcha hacia el aislacionismo. Esto significará su retiro gradual de los acuerdos globales en los que es copartícipe central, tal y como el calentamiento global, el apoyo a los refugiados y, en general, los compromisos que como potencia ha asumido históricamente. Y esto también supondrá el descenso de su poder relativo en el orden internacional y frente a actores predominantes como China y la UE
10 de Diciembre de 2017
La nueva geopolítica impuesta con esta decisión en el seno del rompecabezas regional más volátil del globo, desintegra todos los equilibrios y la détente de la región. Desde ya, podemos decir que estos equilibrios han estallado, literalmente, de un plumazo. La furia palestina ya se hace sentir y pronto lo hará el resto del mundo musulmán que verá en esta decisión una declaración de guerra. Y es por esto que los aliados estadunidenses y prácticamente el resto de los actores globales han manifestado su asombro y alarma frente a las posibles consecuencias que se avecinan después de este nuevo exceso trumpista.
En consecuencia, es muy probable que pronto veamos los resultados trágicos que muy seguramente tendrá esta decisión, en la forma de nuevos atentados terroristas tanto en Occidente como en otras regiones del globo, ahora, quizá, mucho más concertados de lo que han sido antes. EU se aleja del consenso mundial acerca de las formas de afrontar un conflicto histórico tremendamente delicado. Y de paso causa una gran escisión en su propia coalición y entre los más diversos actores políticos y sociales. Por ejemplo, John Brennan, exdirector de la CIA (2013-2017), ha afirmado en un comunicado: “Esto es un disparate de dimensiones históricas. Los intereses de Estados Unidos van a quedar dañados por muchos años y la región se vuelve mucho más volátil”.
Desafortunadamente, provocaciones como ésta, que son incluso ahistóricas, le dan poder a los halcones israelíes, encabezados por Netanyahu, y a los estadunidenses, encabezados por Trump. El apoyo de Trump significa, en última instancia, el respaldo implícito a Netanyahu, quien en los últimos ocho años ha ejecutado brutalmente el programa de colonización progresiva de Cisjordania, la judaización a ultranza de Jerusalén y la discriminación legal de los ciudadanos palestinos de Israel. Esto ha sido hecho en contra de la voluntad de muchos miembros de la comunidad judía antisionista en Israel y en el resto del mundo. Israel y EU han incumplido con las resoluciones de la ONU y el derecho internacional. Y además de haberlo hecho, simplemente se han reído de la ONU y de la comunidad internacional, que prácticamente en su mayoría ha cuestionado la temeraria medida.
Lo peor: El centro racional de decisiones de EU en política exterior pierde la brújula, y esta decisión devastadora para palestinos, musulmanes y cristianos, por igual, tendrá, entre otros impactos desfavorables para el equilibrio de poder pacífico en el globo, que EU queda claramente descalificado para seguir jugando el papel de mediador central en el conflicto árabe–israelí y en el tan accidentado proceso de paz, como lo había hecho por décadas. A partir de este momento, EU ha quedado aislado de la comunidad de naciones que han respaldado históricamente el acuerdo de paz. Edward Said, sociólogo palestino-estadunidense y autor del clásico libro Orientalismo, había advertido hace más de una década que la única opción racional y justa para la solución del conflicto árabe-israelí era la fundación de un Estado binacional. De otra forma, la violencia continuaría en forma creciente. La ceguera de Trump muy seguramente provocará una escalada de violencia aún mayor.
Con esta decisión, el EU de Trump emprende con mayor determinación un avance significativo en su marcha hacia el aislacionismo. Esto significará su retiro gradual de los acuerdos globales en los que es copartícipe central, tal y como el calentamiento global, el apoyo a los refugiados y, en general, los compromisos que como potencia ha asumido históricamente. Y esto también supondrá el descenso de su poder relativo en el orden internacional y frente a actores predominantes como China y la UE
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