Refundación o restauración
Primero, un reconocimiento a AMLO por su triunfo. También a los votantes que pudieron ejercer sus derechos, a pesar de algunas señales ominosas que los amenazaban. Los asesinatos, aún por investigarse, no intimidaron a la gente, enhorabuena
08 de Julio de 2018
Es de esperarse que el Presidente electo haga honor a su investidura y que acoja y cuide a la República y no que la República lo padezca. Que le dé sentido y razón a la historia futura de la democracia mexicana, y nos ofrezca la gestión presidencial transformadora que anunció, pero que al tiempo sea la de un auténtico demócrata que se distinga por ser capaz de tejer consensos, construir puentes y ser radical en sus políticas de cambio, pero sin destruir lo que todavía hace sentido a nuestra precaria tradición republicana. El próximo Presidente tendrá un colchón de legitimidad enorme para gobernar, propicia para las reformas que se proponga. Por esta razón, más que nunca, tendrá que tener un enorme cuidado en lo que hace. ¿Qué propondrá reformar? ¿Querrá regresar a la Constitución del 17, como lo anunció? Y entonces ¿qué de lo nuevo eliminará; los derechos de las minorías, la Reforma Energética y Educativa (estará Esteban Moctezuma de su lado en esto?).
En toda elección presidencial contemporánea el votante opta por defender y preservar su poder de bolsillo: vota por la propuesta que más se acerque a su concepto de bienestar económico. Pero también vota por los temas calientes del momento, como pobreza, seguridad y violencia, control de armas, política energética, migración, etcétera. Los pendientes inmediatos que el inédito gobierno habrá de afrontar, después de dejar atrás el entusiasmo celebratorio por la victoria obtenida, tiene tres partes. Denominémoslo como “el dilema Cicerón”: 1º. Formar y consolidar un gabinete como el ya anunciado (aunque sorprendan no tan gratamente los cambios de timón respecto al nombramiento de Marcelo Ebrard en SRE, en lugar del largamente anunciado Héctor Vasconcelos); hasta ahora todo parece indicar que este gabinete se perfila en firme como el que iniciará las labores al lado de AMLO y también, hasta ahora ,se le ve como un gabinete solvente e ilustrado; sólo falta esperar a que en los sectores estratégicos, el mismo sea, por un lado, coherente con el espíritu crítico de la narrativa de AMLO, al tiempo que cauteloso en conservar el equilibrio macroeconómico que se ha preservado en los últimos 20 años. Los varios actores y variables económico-políticas nacionales e internacionales habrán de reaccionar en su momento a lo que se haga desde el nuevo gobierno morenista.
2º. Ejercer la vigilancia debida sobre los mandos medios de Morena que habrán de ocupar posiciones de enorme influencia en el aparato burocrático estatal; se conoce que este partido tiene cuadros variopintos, no quedando claro aún cuál será la vía idónea a seguir para muchos de éstos y cuánta racionalidad tendrán sus movimientos o iniciativas dentro del aparato estatal. Lo cierto es que estos cuadros se encontrarán con contrapartes que forman parte de la burocracia tradicional y que, en su inevitable inercia funcional, podrían coartar todas las intenciones del morenismo. En este asunto podemos esperar un cierto nivel de confrontación o de tensión entre sujetos y corrientes.
Y, 3º, pero de gran importancia, los dos anteriores pendientes tendrán que combinarse con el debido cuidado que tendrá que tenerse para conseguir la representación de los intereses sociales expectantes que la campaña lopezobradorista despertó y seguirá despertando, todo lo cual representará una presión permanente sobre el aparato estatal administrado por AMLO, sus colaboradores y sus seguidores dentro del gobierno. En suma, veremos hasta qué grado AMLO llevará el ritmo y profundidad de los cambios sociopolíticos y económicos que están en la agenda de su ideario político y doctrinario. También habremos de ver hasta dónde se produce una transformación de fondo del sistema político, como del programa gubernamental. O si, de lo contrario (y en aras de guardar el balance con los poderes fácticos, incluido el peñanietismo, del cual se esperaría que tomara una sana distancia), AMLO se acomodará en los precarios linderos del actual régimen priista, por miedo a que el corazón de su plataforma y de su programa social pudieran ser desmoronados en cualquier momento. Este nuevo experimento emprendido por la nación mostrará los alcances del cambio estructural impulsado por una fuerza política, hasta ahora profundamente ecléctica, y hasta dónde este cambio enfrentará los límites que ha impuesto una democracia semiabierta a la transformación democrática que se ha intentado detonar desde 2000.
Académico de la UNAM, miembro del SNI y miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias
Twitter: @JLValdesUgalde
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