Ir al contenido principal

Política exterior: inconsistencia de Estado 23/02/2011

Es explicable que ante diferencias entre Estados uno se inconforme con el otro y se produzcan las expresiones que correspondan, de acuerdo con la gravedad del caso y a las formas que mandan la etiqueta y el protocolo diplomáticos. Para esto siempre hay una escala de valores, un piso y un techo al que se obliga la cancillería respectiva, de tal forma que el proceso de reencuentro y de control de daños frente a las diferencias sea salvado con decoro y equilibrio en cada etapa del diferendo. ¿Qué es exactamente la política exterior y cómo debería ser conducida en una democracia? Se trata de una interrogante que se nos presenta, al tiempo que presenciamos el zipizape que han provocado los casos Cassez y Zapata en nuestras relaciones diplomáticas con Francia y EU.

Vale recordar que una política exterior (PE) no es inamovible, así como es una actividad necesaria del Estado moderno. Una PE viva y activa es aquella que se recrea con el fin de enfrentar nuevos desafíos y resolver asuntos de Estado que son recurrentes o nuevos en una relación binacional o multinacional; tiende a ser equilibrada, evita repetirse en su peor versión y va hacia adelante sin justificaciones, victimismos, retórica innecesaria o lamentaciones, tratando de ser la expresión de lo mejor de la tradición republicana que atañe a esa democracia. Así como el precio de su efectividad es ejercer una vigilancia sobre los cambios permanentes que ocurren en la política mundial, no puede subestimar la fuerza de lo impredecible o el juego de lo contingente e imprevisto.

Tales parecen haber sido los desafíos planteados a nuestra cancillería por ambos eventos. Lo que hemos visto en estos días, en cada una de las tres actuaciones, han sido deslices lamentables. Empecemos con la variable estadunidense. En el discurso reciente de Washington (Clinton, Westphal, Napolitano, Clapper, Morton y Pascual) aún no parece haber acuerdo racional acerca de si el nuestro es un Estado débil, fallido o listo para caer en manos de los cárteles “insurgentes”. Se percibe, al contrario, o bien una clara desorganización involuntaria, una exageración discursiva concertada, o una ignorancia supina sobre el acontecer mexicano y cómo lidiar con él. En todo caso, se lanzan con todo contra las acciones gubernamentales sin mediar acuerdo alguno entre ellos, acerca de la naturaleza de fondo del diferendo y, para rematar, se les asesina al agente de la Oficina de Servicios Migratorios y Aduanales (ICE) Jaime Zapata en pleno territorio mexicano. Ante los hechos, Los Pinos no acierta en ninguna de las respuestas y tampoco reclama con la fuerza necesaria el tono desconcertante en forma y preocupante en fondo que utiliza el gobierno de Obama para referirse a México. Esta ineficiencia va acompañada de una gradualmente menor autoridad moral sobre la capacidad del Estado para resolver su caótico desorden institucional interno.

Sobre las impertinencias del presidente Sarkozy acerca de Cassez, que fueron claramente dedicadas al consumo interno, Calderón declara: “No se puede pensar que México, porque es un país en desarrollo, se va a dejar”. Según este dicho, el Presidente cree que alguien piensa en el Palacio del Elíseo que somos mandilones y dejados por ser subdesarrollados y, en consecuencia, hay que armarse de valor y, con todo el poder del Estado, impedir que se nos metan hasta la cocina aquellos malosos que tanto nos han oprimido. A explicación no pedida, acusación manifiesta. Lamentable selección de palabras y de interlocutor para lavarse las barbas. Más lamentable es corroborar, a la luz de los dos acontecimientos, cómo el inmovilismo y, peor aún, la retórica patriotera, acomplejada y chovinista, se apodera del discurso estatal en política exterior. La defensa de la soberanía nacional no radica en discursos estridentes, de sintaxis atormentada; radica en nuestra fortaleza social y política para defenderla, demostrando, entre otras cosas, que somos una democracia que puede predicar con el ejemplo.

*Analista político. Profesor-investigador de la UNAM

jlvaldes@servidor.unam.mx
2011-02-23 05:00:00

Comentarios

Entradas populares de este blog

La gallina de Stalin y el niño flojo

Dícese de Josef Stalin que en una de sus reuniones mandó pedir una gallina. En cuanto se la trajeron la tomó del cogote con una mano y con la otra empezó a desplumarla (no se sabe en qué lado quedó la mano maltrecha). La gallina, desesperada por el dolor, intentó liberarse sin éxito. Stalin la tenía fuertemente sujetada. Al final, la gallina quedó por completo desplumada 06 de Agosto de 2017 Después de esto, se dirigió a sus ayudantes y les dijo: “Ahora queden atentos a lo que va a suceder”. Stalin puso a la gallina en el piso y empezó a caminar, al tiempo que le arrojaba granos de trigo. La gallina, adolorida y sangrante a más no poder, perseguía a Stalin e intentaba repetidamente agarrar su pantalón, mientras éste continuaba tirándole el trigo. El caso es que la gallina no paraba de perseguirlo. Ante la asombrada reacción de sus colaboradores, cuenta la anécdota, Stalin les dice: “Así de fácil se gobierna a los estúpidos. ¿Vieron cómo me persiguió la gallina? Así es la mayoría d...

Las redadas y las lecciones

Las redadas contra la población migrante en Estados Unidos van en aumento y se han radicalizado. En ningún país aliado de EU se han tomado medidas punitivas como estas. Estas medidas represivas se hacen con dolo y sin respetar los derechos humanos de las personas, quedando atrapadas en esta laberíntica tarea, incluso personas que radican legalmente en Estados Unidos. Está más que visto que el presidente Trump gobierna con un claro prejuicio en contra de los migrantes que provienen del sur del continente, particularmente de México. Su discurso (“son unos animales”, así se refirió a los manifestantes de Los Angeles) es racista, xenófobo y discriminatorio, y responde a las directrices del supremacismo blanco, que con él ha fortalecido sus posiciones en el espectro socio político estadunidense: los migrantes son invasores extranjeros, es la consigna. Esta visión distorsionada de la migración ha hecho que el gobierno de Trump se vuelva represivo y autoritario. Al tiempo que ha obligado a la...

De la prepotencia al desprecio

La reunión del G7 en Kananaskis, Alberta en Canadá la semana antepasada tuvo un mal final. Donald Trump, en un desplante típico de un déspota, anunció su retiro de la reunión antes de tiempo, arguyendo su necesidad de estar en Washington monitoreando la escalada del conflicto militar entre Israel e Irán. Yo soy de la opinión de que Trump se inventó este teatro para no afrontar las negociaciones comerciales (UE, México, Brasil, Japón) y de seguridad (Ucrania, Irán) que tendría con los liderazgos ahí presentes. Su irrespetuoso desplante a sus colegas de las siete potencias más ricas del planeta a los que dejó plantados, es un muy característico gesto de cobardía política que lo ha distinguido en sus relaciones internacionales, acerca de las cuales no parece tener ninguna idea estratégica clara de cómo afrontarlas. Prácticamente en todo se echa para atrás, después de crear una enorme expectativa que generalmente termina en caos. Tal es el caso del entendimiento sobre aranceles por abajo d...