Misteriosos los orígenes de las ocurrencias en las laberínticas mentes humanas. Sobre todo si esas mentes son las de los líderes políticos que usan para inteligir decisiones y acciones políticas. Las tribulaciones por las que pasa un líder, cuya vida tiene antecedentes de inestabilidad emocional diversos, son un verdadero misterio que hoy se investiga a fondo. Se sabe que Freud recomendó al doctor Eduard Bloch, médico de cabecera de la familia Hitler, que Adolf, de 6 años, fuera internado a fin de ayudarlo a superar sus tormentosas pesadillas en las que se veía a sí mismo cayendo en profundos abismos o sufría persecuciones donde era capturado y azotado hasta desear la muerte. Alois Hitler, su padre, se opuso al internamiento del niño perturbado y, ahora sabemos, todo terminó en el Holocausto, la destrucción de Europa y el suicidio de Hitler. Sobre Trump se ha escrito ya mucho. Por ejemplo, en un reporte de 27 siquiatras estadunidenses (The Dangerous case of Donald Trump), se cuestiona su salud mental y se le declara como un peligro para la seguridad de EU.
Cierto es que durante sus dos años de turbulento mandato, en los
que ha desechado a 34 cercanos colaboradores y funcionarios, Trump se la ha
pasado dando manotazos autoritarios típicos de un hipomaniaco (estado
patológico que constituye una de las fases del trastorno bipolar tipo II y de
la ciclotimia). El maltrato a sus cercanos (que no excluye a su primogénito) y
la incongruencia, pero sobre todo su impulso antiliberal democrático, obliga a
profundas reflexiones sobre el grado del daño causado a la política democrática
y la cohesión social estadunidense. En otro libro (Trump Revealed, de Michael Kranish) se ilustra muy
bien cómo su padre le enseñó a evadir impuestos desde muy joven y a discriminar
a los inquilinos afroestadunidenses y latinos. En resumen, un tramposo racista.
Ahora bien, ¿qué nos pasa en México con AMLO? Desde la carta al
Rey de España, aparentemente escrita por la primera dama, hasta la visita de
Jared Kushner, ambos hechos ajenos al radio de gestión de Ebrard, se difundió
la especie de la renuncia de este último. Al parecer, el canciller se queja de
desaire y de ocupar una cartera sin brillo, dada la política ombliguista de
AMLO y la que no le dará los reflectores para emprender su campaña
presidencial. Presumiblemente, le renunció al Presidente, quien lo doblegó y no
se la aceptó.
Ergo, el Presidente
maltrata y luego endulza sus relaciones, como Trump. El caso de Olga Sánchez
Cordero es también notorio. Según fuentes periodísticas, la secretaria de
Gobernación ya le renunció dos veces. La razón, el maltrato presidencial y el
debilitamiento de su investidura, sobre todo en los temas de seguridad nacional,
que eran centrales en la agenda de Bucareli. Más recientemente, oímos del caso
de Alfonso Romo, Jefe de la Oficina de la Presidencia, quien aparece cada vez
más como un florero que legitime la relación de AMLO con el sector privado. Al
atreverse a decir, dada la evidencia, que en el primer trimestre habíamos
recibido “una cachetadita” por el bajo crecimiento de la economía, su jefe lo
desmintió y descalificó, como suele hacerlo con el gabinete entero. De ahí
surgió la versión de que había renunciado, con el mismo resultado de las otras
dos. ¿Se desmorona el gabinete? ¿Las improvisaciones de AMLO les causan
urticaria a sus miembros y lastiman su credibilidad como los profesionistas que
eran antes de aceptar subirse a la montaña rusa que es la gestión presidencial
de AMLO?
Existe ya una percepción
creciente del público mexicano (del cual ya tendría que dejarse de burlar AMLO,
tal y como lo hace Trump), de que la gobernabilidad está en crisis en México. Y
de que los vaivenes esquizofrénicos y la narrativa confrontacionista y de doble
cara que caracteriza su gestión, han degradado al país política y
económicamente. Del NAIM a Dos Bocas, México se ha vuelto el hazmerreír de todo
el mundo. Tenemos un legislativo sumiso al capricho del líder que no simula sus
instintos autoritarios y mesiánicos, y un poder judicial que pronto podría
quedar sometido a su capricho. Peligros de alta intensidad, sobre todo en lo
económico. Esto no es proyecto de gobierno. Son ocurrencias informes.
Y sorprende que miembros
del gabinete, apreciados por su gremio, se estén prestando a la simulación de
la 4T. De las cachetaditas a las cachetadotas, pronto podrán venir los zarpazos
de un líder sin paz interior, resentido con su mundo y sin rigor estratégico ni
intelectual.
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