En el curso de una visita oficial que hizo a
México el presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo, el presidente López
Portillo (JLP) rompió relaciones con el dictador Anastasio “Tachito” Somoza
Debayle, el 20 de mayo de 1979. Así lo dijo JLP: “Con toda serenidad, el
insobornable testimonio del vecino, el presidente Carazo, nos ha confiado la
trágica situación en la que están viviendo nuestros hermanos nicaragüenses. Me
ha dicho usted algo que sabíamos y que no queríamos creer: el dramático, el
repugnante ataque a los derechos humanos” en Nicaragua. Esta decisión habría de
pasar a la historia como una de alta dignificación para la política exterior
mexicana, la cual ejecutó impecablemente el Canciller Jorge Castañeda. Al
tiempo que esto ocurría el Estado mexicano reconocería, al FSLN como fuerza
beligerante en el conflicto. Esta determinación de México, en un momento
decisivo de la transición revolucionaria en América Central, tuvo una fuerza
contundente para definir la correlación de fuerzas en el continente y dio al
movimiento revolucionario y democrático en ese país las condiciones para que el
triunfo revolucionario fuera posible. Fue también una acción que tuvo un amplio
respaldo popular en amplios sectores de la sociedad mexicana. Hubo unanimidad y
consenso, y América Central logró alcanzar un cierto grado de estabilidad.
Venezuela
tiene hoy, una situación similar, con la salvedad de que Nicolás Maduro (NM),
representa un régimen tiránico y corrupto (en esto, absolutamente similar al de
Somoza) de tendencia seudo izquierdista, pero autoritario y represivo al fin de
cuentas. Y la oposición unida venezolana, no es el FSLN, pero pesa tanto como
lo hizo aquel movimiento guerrillero histórico, hoy traicionado por Ortega,
fiel aliado de NM. Más aún, el venezolano es un movimiento cívico muy amplio, que
pugna por una transición a la democracia pacífica y ordenada
NM
comenzó con el pie izquierdo su segundo período en enero pasado. Esto en virtud
de que las elecciones que convocó en mayo de
2018, carecieron de toda legitimidad dado que se trató de una elección
de Estado, cerrada, en donde el único candidato fue él, la oposición no
participó y las reglas electorales fueron amañadas. Fueron elecciones carentes
de pluralidad y su “victoria” una ilegal y anticonstitucional. La emergencia de
Juan Guaidó como nuevo actor por parte
de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), conformada por las cuatro fuerzas
políticas principales, (Voluntad Popular, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia), ha significado una
acontecimiento de central importancia.
Dicho acontecimiento cambió radicalmente
el escenario del crítico proceso socio político de Venezuela. Hay un antes y un
después de Guaidó, cuya presencia impone dramáticamente la necesidad de repensar
con realismo la continuidad de NM y su grupo compacto. En cualquier agenda de
riesgo de cualquier ministerio de exteriores del mundo, se tienen que
considerar los nuevos elementos en juego para planear políticas públicas y
desarrollar una estrategia coherente en la definición de su política exterior.
¿La tiene México? Visiblemente no. Su visión es de pasado, no de futuro:
recurre a la narrativa anti intervencionista y soberanista e intenta ocultar el
sol venezolano con el manto de 89 constitucional tan anquilosado como regresivo
históricamente.
¿Tiene hoy el México una
idea de los cambios ocurridos en el orden político global? A diferencia del
Parlamento Europeo, la comunidad de naciones de las Américas y otras más,
México se abstuvo de reconocer la legitimidad de Guaidó como presidente real y
legal, dado el vacío de poder provocado por la imposición de NM. Al eludir su
compromiso con el proceso democratizador y con la defensa de los derechos humanos,
violados sistemáticamente por NM, México traicionó su esencia republicana y la
vocación de justicia de su gente. A estos reconocimientos internacionales han
seguido las deserciones de altos mandos del ejército y el congelamiento de
fondos que la UE y las Américas han hecho y harán de las reservas venezolanas
en el exterior.
Simultáneamente, tenemos
hoy, al tiempo que esto se escribe, manifestaciones masivas en las ciudades de
aquel país. Además, para rematar, está la carta de Guaidó a en al que acusa a
México de dar un apoyo de facto a NM: “Acudimos a su conciencia y a sus
valores democráticos y humanos para que reflexionen y se coloquen del lado
correcto de la historia, que no es otro que el de la libertad”, nos escribió
Guaidó. Implacable discurso. Yo no sé usted, pero yo no quiero que la errática
política exterior de nuestro gobierno, nos deje del lado equivocado de la
historia en esta grave crisis humanitaria (del 28 de enero acá suman 35 muertos y 850 detenidos) por la que atraviesa la sociedad
venezolana.
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