Donald Trump ha vuelto a tensar la liga con
miras a obtener beneficios hiperpersonales (reelegirse) y no de bien común.
Declaró el estado de emergencia nacional sin haberla, con el solo propósito de
cumplir un capricho originado en una mente perturbada. Mientras tanto, México
calla. De acuerdo a un decreto del 14 de septiembre de 1976, el presidente
tiene el poder de declarar el estado de emergencia en caso de enfrentar un
desastre nacional, graves conflictos sociales o un conflicto armado interno y
externo. En tal declaración está implícito que la ciudadanía puede, debe y
tiene que adoptar comportamientos cambiantes en su interacción social.
Asimismo, las agencias de gobierno se verán en le necesidad de organizar planes
de emergencia ante la contingencia. Y no solo eso, una declaración de
emergencia nacional puede también ser usada como un argumento legal para
suspender garantías individuales y libertades ciudadanas, y coordinar acciones
que tiendan a asegurar por la vía de la fuerza la seguritización de la vida
nacional. Y esto incluye, desde luego, la detención de personas sin derecho a
juicio. Además, el Ejecutivo puede allegarse recursos económicos
extraordinarios, a saber, 8,000 millones de dólares que se reunirían como
sigue: 600 MDD del fondo de decomiso de bienes del departamento del Tesoro de
EU, 3,600 MDD de fondos contemplados para construcciones militares, 2,500 MDD
provenientes de la lucha antidrogas del Departamento de Defensa de EU y por
último valerse de los 1,375 MDD que la Cámara de Representantes aprobó para la
construcción del mentado muro que Trump se inventó en alguna de sus delirante
pesadillas y que hoy nos perturba a todos (originalmente Trump había solicitado
5,700 MDD).
Esta
medida presuntamente implicará recortes a los fondos federales a los estados.
Ante esta circunstancia, el procurador de California, Xavier Becerra, anunció
que se prepara una demanda colectiva de parte de una coalición de gobiernos
estatales por daños debido a que la decisión forzaría fondos federales para la
construcción del muro. Becerra declaró: “El presidente tiene el poder de
declarar emergencia pero no tiene el poder de hacer esa declaración de manera
frívola y por conveniencia”. Por su parte, el gobernador californiano, Gabin
Newsom, afirmó que la declaración de Trump es una “farsa para alimentar su base
electoral.”
Todos los fondos mencionados se irían, no a contener una crisis
social o de salud debido a epidemias provocadas por el bio terrorismo, tampoco
a contener la amenaza de una invasión de un enemigo externo, ni la de financiar
planes de recuperación por la ocurrencia de desastres naturales, tales como un
terremoto, un tifón o una tempestad . No, esta declaración y las medidas
extraordinarias, militares y económicas, van encaminadas a construir un muro
que es resultado de una obsesión enfermiza, narcisista y mezquina de Trump
desde hace años y que refleja dos cosas, por un lado, su derrota (y que su
fatua naturaleza le impide aceptar) en el debate sobre el muro con la mayoría
demócrata y con sectores moderados de su propio partido, y por el otro, su
propósito de utilizar esta burda medida (construir un muro ineficaz) como
catapulta electorera hacia su reelección, la cual se ve más que incierta dada
su decreciente popularidad y baja aceptación como presidente ( 40.8% de
aceptación al momento de escribir).
Trump
ha utilizado un recurso extremo que le otorga la Constitución en aras de
cumplir un capricho senil. Además de representar un abuso de poder inédito en
la historia moderna de ese país: se ha demostrado ya que no hay amenazas a la
seguridad nacional que merezcan una declaratoria así. Esto sienta un precedente
legal, político y jurídico de graves proporciones, que los republicanos habrán
de lamentar: hoy en día el mayor riesgo a la seguridad nacional de EU es Trump
y la emergencia nacional tendría que ser declarada en contra precisamente de
él. Por último, la emergencia nacional se conoce como “emergencia nacional en
le frontera México Estados Unidos”, lo cual ya nos enmaraña política y
jurídicamente, toda vez que Trump nos está acusando de ser co-causantes de las
amenazas a su seguridad, tanto por las marchas de migrantes que nos cruzan en
su camino a EU, como por el tráfico de drogas hacia el norte. Lo ha
fundamentado con mentiras clásicas del trumpismo
acusando
a México de complicidad. Ante esto, el gobierno de la 4T calla otorgando a
Trump la razón en su imputación de que somos culpables de sus dramas y de su
inseguridad. Shame on us!
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