Gobernar no es improvisar, ni imponer, ni escandalizar o atemorizar escatológicamente a miembros del respetable, sólo por la obsesión de perpetuarse en el poder, todo lo cual es vil traición a Don Benito Juárez; dicho sea directamente: es signo de perturbación emocional y antitético frente a los postulados de inclusión y tolerancia contemplados por el liberalismo del mismísimo Benemérito. Tampoco lo es hacerlo desde el arribismo electorero, cuando ya se habita Palacio. Gobernar no es encubrirse bajo la legítima representación del candidato, para luego (por puro ocio sádico) justificar las inconsistencias del Príncipe, o encubrir las incoherencias propias en nombre de los errores de los otros. La ineficacia e ineficiencia en el oficio de gobernar - acto que supone grandes habilidades de técnica política-, no es poco peligrosa. Y cuando ocurre, desestabiliza. Para tener legitimidad se tienen que lograr la búsqueda de los consensos, capacidad de convocatoria plural e incluyente, bu...

Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).