Barack Obama se convirtió desde el momento mismo en que lanzó aquella memorable pieza de oratoria como invitado de honor a la Convención del Partido Demócrata (PD) que postuló a John Kerry a la presidencia en 2004, en un desestabilizador político y de gran eficacia en la escena pública estadunidense. Me explico: su elección para ocupar la Casa Blanca , que según Lyndon B. Johnson no estaba destinada a ser ocupada por nadie más que no fuera un miembro de la comunidad WASP, fue en sí una anomalía que desestabilizó para bien el ambiente político y exacerbó ánimos que parecían plácidamente durmiendo el sueño de los justos. Ese sólo hecho alborotó a las huestes más ultras del espectro político, hizo reemerger al estadunidense profundo, produjo un clima a la vez fascinante y amenazante, permitió a EU avanzar hacia el fin del pensamiento racial y por una vez, instaló temas de gran contenido argumental y programático sobre la mesa de los miembros tradicionales y no tanto del establecimiento p...

Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).