Para empezar esta reflexión, hay que decir que Evo Morales (EM) no es, ni Jacobo Árbenz en 1954, ni Salvador Allende en 1973. Para empezar, estos, desde sus respectivas trincheras reformistas, nunca violaron los preceptos constitucionales de sus respectivos países (Guatemala y Chile), mismos que fueron los que los llevaron a ocupar la presidencia de sus países con toda legitimidad. Asimismo, tampoco se erigieron en víctimas lastimosas de ningún complot. En cambio, Morales si lo ha hecho. Frente al mito que ha hecho de sí mismo y frente a las evidencias de sus fraudes electorales, ahora optó por calificar a su victimarios de golpistas y de racismo en su contra; aunque ciertamente algo hay de golpe en este asunto y mucho de racismo, esto no nos tiene porqué intimidar al hacer el análisis del asunto de su salida de Bolivia y su posterior arribo a México en calidad de asilado. Lo mismo aplica, desde luego a la variable económica y la del progr...

Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).