Resulta que la tradición que cargamos desde el Occidente del que venimos los latinoamericanos, con las herencias afortunadas y malditas que la experiencia sincrética histórica ha supuesto para México, es paradójica y contradictoria. Podríamos equivocarnos los que pensamos que el liberalismo político es la opción política por excelencia por ser en sí y para sí, una inapelable -aunque imperfecta- concreción democrática objetiva. Esta, sin embargo, acusa un sobrante de democracia y un faltante serio de constitucionalismo democrático para llevar a un mejor destino nuestro futuro republicano. En todo caso, el liberalismo político es, en teoría y en hechos empíricos, la fórmula política ideal hacia la resolución de conflictos y diferencias socio políticas, la aceptación de la diversidad y de la tolerancia como valores de la vida que aspiramos a tener en democracia. Se trata, pues, de los valores de la democracia liberal, desde y en donde germinó la existencia de la burguesía, y también ...

Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).