Todo parece indicar que el escalamiento militar ruso, a raíz de su invasión a Ucrania, aumentará. Y con esto la continuación de la violación, por parte del autócrata del Kremlin, de los derechos humanos del pueblo ucraniano. Escalamiento, palabra que pretende ser higiénica, representa un sucio esfuerzo por dominar, a costa de la integridad de la población civil ucraniana, cuya diáspora representa ya más de 2 millones en sólo dos semanas de conflicto armado. Para Putin, el escalamiento es un narcótico, al cual se ha hecho adicto. En este arranque de la segunda Guerra Fría, Vladimir Putin concibe viable la recuperación del poder de la gran Rusia a través de su conversión como potencia geopolítica de primera y de la reconfiguración de las actuales fronteras europeas. El nacionalismo reduccionista y reaccionario de Putin lo lleva ejecutar este impulso mesiánico con el argumento de que Rusia es más fuerte después de Siria, y EU más débil después de Afganistán, y de que tiene el derecho...

Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).