El presidente Trump se ha empeñado en ser el bróker de un acuerdo de paz de largo aliento en Ucrania. Para tal propósito convocó al ruso Vladimir Putin a un encuentro bilateral en Alaska para discutir los pormenores del conflicto originado por Rusia cuando invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. La primera mala noticia de la reunión bilateral y antes de la reunión del lunes pasado con Zelensky y seis líderes europeos, es que Trump compró la narrativa de Putin y reculó en su demanda de alto el fuego que tanto había pregonado, advirtiendo a Moscú que de no cumplirse este pre-requisito previo a una trilateral entre Washington, Moscú y Kiev, Estados Unidos impondría sanciones severas en contra de Rusia. Este cambio de postura, le dio una victoria a Putin y le amplió su margen de maniobra al concederle espacio político legitimado por el liderazgo de Trump. Esto demuestra que Trump, aparece de nuevo como un líder errático, esquizofrénico y sin la más mínima preparación estratégica antes de sus reuniones de Estado. El debate al respecto en Washington se ha calentado enormemente. Por ejemplo, La senadora demócrata Jeanne Shaheen advirtió: “El presidente extendió una alfombra roja y saludó efusivamente a un dictador asesino en suelo estadounidense, y los informes indican que no recibió nada concreto a cambio”. Otros, como el senador Chris Murphy, consideraron que Putin “consiguió todo lo que quería”, incluida la foto junto al presidente estadounidense.
Como dice Stephen M. Walt en Foreign Policy, “Trump no tiene idea de cómo hacer diplomacia… es un negociador terrible, un verdadero maestro del ´arte de regalar´. No se prepara, no tiene subordinados que le sienten las bases con anticipación y llega a cada reunión sin saber qué quiere o cuáles son sus líneas rojas. No tiene estrategia y no está interesado en los detalles”. Después del extraño encuentro con Putin en Alaska lo demostró por las razones ya descritas y lo volvió a hacer en la reunión con Zelensky y los líderes europeos que lo acompañaron, al no comprometerse a ofrecer garantías concretas a Ucrania frente a una Rusia invasora que puede repetir la aventura y agredirla de nuevo, o eventualmente hacerlo en contra de otro país europeo como Polonia. De haber insinuado que podría enviar tropas al terreno y también de haber deslizado la idea de estar dispuesto a enviar aviones piloteados a la fecha de la escritura de estas líneas, Trump sigue flotando en la ambigüedad, aunque remitiéndoles a los europeos la responsabilidad de enviar tropas para garantizar la seguridad de Ucrania. Y sin tomar en consideración la postura que, de hecho, ya está asumiendo Putin.
En efecto, Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso se extendió recientemente acerca de las garantías de seguridad. Lavrov afirmo: “No podemos estar de acuerdo con el hecho de que ahora se proponga resolver cuestiones de seguridad, de seguridad colectiva, sin la Federación Rusa. Esto no funcionará", declaró Lavrov en una rueda de prensa conjunta tras reunirse con su par de Jordania. También avisó que Rusia está dispuesta a examinar las garantías susodichas: dijo que Rusia está a favor de garantías "verdaderamente fiables" para Ucrania y sugirió que estas podrían seguir el modelo de un proyecto de acuerdo que se discutió entre las partes beligerantes en Estambul en 2022, en las primeras semanas de la guerra, pero que Ucrania había rechazado. Y concluyó afirmando que estaba seguro “de que en Occidente y sobre todo en Estados Unidos entienden perfectamente que discutir seriamente cuestiones de seguridad sin la Federación Rusa es una utopía, es un camino a ninguna parte"
Trump se equivocó en su táctica de acercamiento. Como dice Walt, no se preparó para esa reunión ni para la reunión con Zelensky y los líderes europeos y no ha tenido una postura definida. Tampoco sabe negociar tal y como él asegura. La opinión pública y la prensa europea tienen la opinión de que la reunión tuvo como beneficiario a Putin, quien logró romper el aislamiento occidental, con lo cual pulverizó su condición de paria. Vienen tiempos complejos y negociaciones arduas, en las cuales quien tiene la mayor parte de iniciativa por el momento, es Moscú y no Washington como Trump pretende convencernos. En este tema Trump ha sido un emisor de muchas palabras al aire y pocas acciones efectivas en el terreno diplomático. Enfrenta un conflicto moral de grandes proporciones. Su conocida afición por las mentiras lo están haciendo quedar en evidencia como un impostor en este tema y en otro crucial, el dramático conflicto en Gaza y sobre el cual su frivolidad es de dimensiones galácticas y del que me ocuparé en futuras colaboraciones.
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