El presidente Donald Trump tiene un índice de desaprobación del 57%, según el Economist, lo cual significa un descenso de su aprobación (39%) de 18% abajo, a un año de su segunda presidencia. La economía es el principal factor de este deterioro de su popularidad, aunque también hay otros elementos como la salud pública. Tanto sus críticos como sus apoyadores han afirmado que este primer año ha sido uno altamente disruptivo, que, por cierto, ya se presagiaba debido al discurso incendiario que lo caracteriza desde siempre, en particular aquel 6 de enero en que sus hordas invadieron el Capitolio estadunidense provocando la crisis político institucional más grave de la historia de la democracia estadunidense. Esta baja en la popularidad de Trump es sintomática del fin de la luna de miel que todo presidente estadunidense vive, lo único notable es que esta vez la caída ocurrió a una velocidad mayor y abarca prácticamente todos los grupos sociales: hispanos, negros, jóvenes debajo de los 30s e incluso población blanca. Estos negativos en la aprobación de Trump, abarcan todos los estados de la Unión, salvo Idaho, todo lo cual nos habla de una crisis de credibilidad en el presidente generalizada.
Las elecciones recientes en Estados Unidos han sido las elecciones locales más concurridas de los últimos lustros. Aunque muchos de los resultados eran los esperados, el triunfo demócrata impactó fuertemente en la opinión pública, sobre todo el triunfo del socialista demócrata y musulmán inmigrante, Zohran Mamdani, como alcalde de Nueva York. Mamdani, logró organizar a un ejército de 100 mil voluntarios en sólo 12 meses (y un triunfo con más del 50% de los votos), capturando la imaginación de miles de jóvenes votantes. Su éxito radica en el hecho de que propone una serie de reformas que para los neoyorquinos son esenciales, como el congelamiento del precio de las rentas, los apoyos sociales gratuitos para mamás con bebés menores de cinco años y transporte gratis. Está por verse si la reforma fiscal que se propone, que incluye el aumento de los impuestos a los más ricos, puede pagar estas medidas que ciertamente serán muy caras. Lo cierto es que Mamdani, representa una opción fresca para muchos votantes que consideran a la vieja política como decadente. También, como en Virginia y Nueva Jersey, los votos de Mamdani fueron anti-Trump. En efecto, tanto Abigail Spanberger candidata ganadora a la gobernatura de Virginia (57.5%) y ex agente de la CIA, y Mikie Sherrill ganadora a gobernadora en New Jersey (56.6%) y ex piloto de helicópteros, sostuvieron una plataforma anti trumpista durante sus campañas, todo lo cual es un indicador del ambiente político en Estados Unidos en estos tiempos de disrupción política, sobre todo si uno observa que ambos triunfos fueron arrolladores y reflejan, en dos estados claves electoralmente, la crisis de credibilidad de Trump y el trumpismo, tal y como lo indican las encuestas. Esto es importante sobre todo porque dan una idea de como estarán las cruciales elecciones intermedias del próximo año.
En particular, el ascenso de Mamdani a la alcaldía de la ciudad más grande e importante financiera y demográficamente en Estados Unidos, expresa un sentimiento antisistema que permea a algunos sectores de votantes, sobre todo de la generación Z y otros sectores de clase media urbana. Al parecer los excesos del trumpismo han hecho posible el éxito de un candidato contestatario y acusado por la extrema derecha nacional e internacional de ser comunista y yihadista; por ejemplo, personeros del gobierno de Netanyahu, lo acusan falsamente de ser pro-Hamás, lo cual él ha negado, e incluso se ha pronunciado críticamente acerca de las atrocidades de la organización terrorista. La islamofobia en todo su apogeo, pues. Así las cosas, parece ser (aunque también era predecible) que el Partido Demócrata está de vuelta recuperando una posición política a nivel nacional que había perdido desde la derrota de Kamala Harris hace un año. El momentum de la oposición al trumpismo adquiere gran notoriedad y se auto propone como alternativa de poder frente a un Partido Republicano, que muy bien puede ser arrastrado por el extremismo narrativo de Trump, a una situación caótica en los próximos meses.
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