Un grupo selecto del gobierno de Donald Trump, encabezado por el vicepresidente JD Vance, viajo a Europa la semana pasada. Pete Hegseth, jefe del Pentágono, acudió a la sede de la OTAN para afirmar que a Estados Unidos le preocupa más la frontera sur que la seguridad de Europa, que Kiev no recuperará todo el territorio en manos de Rusia y que Washington no le permitirá el ingreso a la OTAN. Días después Vance, junto con Marco Rubio, secretario de Estado estadunidense, acudió a la reunión sobre seguridad que llevaron a cabo los europeos en Múnich. En esta reunión, Vance en representación propia y de Trump, habló sobre democracia y acusó a la UE de haber abandonado sus principios democráticos y planteó que la verdadera amenaza no eran China ni Rusia, sino que estaba al interior de Europa misma, toda vez que la UE había cancelado las elecciones en Rumania, en donde el candidato pro Putin había aceptado la desinformación de parte de los hackers del Kremlin y que había marginado en Alemania al partido Alternativa por Alemania (AfD), partido de extrema derecha y pronazi que ha desestabilizado a Alemania y al gobierno de Olaf Scholz en los últimos años y al que se ha impuesto un cordón sanitario dadas sus tendencias filonazis. Esto lo dijo Vance en representación de un individuo que causó la mayor crisis política y social de la historia moderna de Estados Unidos al mandar a sus huestes a tomar el Capitolio en enero 6 de 2021, el mismo que tiene cuatro causas judiciales, en dos de las cuales fue condenado por corrupto y violador. Después de este discurso disruptivo Vance se reunió con la lideresa de ese partido, Alice Weidel y se negó a reunirse con el canciller Scholz como lo ordena el protocolo diplomático. Más arrogancia imposible de encontrar. Antes Trump había tenido una conversación telefónica con Putin, sin la participación de Ucrania, para resolver el conflicto ruso-ucraniano. Ante este desenvolvimiento, Volodímer Zelennsky y la UE demandaron ser incluidos en la mesa de negociaciones. Esta reunión bilateral se llevó a cabo en Riad, Egipto, entre Rubio y Serguéi Lavrov, ambos, jefes respectivamente de su aparato de política exterior, quienes, después de su reunión, declararon que lograron “normalizar” sus relaciones bilaterales. En medio de todo esto, Putin declaró que Ucrania estaría incluida en la mesa de negociaciones, todo lo cual Trump lo habría garantizado: “durante la conversación telefónica, Trump me dijo que puede confirmar, por supuesto, que Estados Unidos parte de que el proceso negociador transcurrirá con la participación de Rusia y Ucrania. Nadie excluye a Ucrania de este proceso.”
¿En todo caso, qué pretende Trump con estas descabelladas posturas que desordenan más todavía el desordenado tablero internacional? Pues bien, lo que Trump pretende es posicionarse en el tablero global como un hegemón de regreso y marcar la línea divisoria entre EU, China y Rusia, convenciendo a esta última de que se pueden lograr avances conjuntamente en el marco de una alianza bizarra, desplazando a Selensky de la mesa de negociaciones, así como a la UE que es un actor central involucrado en todo el conflicto producto de la invasión rusa a ese país. Trump pretende imponer un nuevo orden mundial desde una posición aislacionista, dados los aranceles que se está proponiendo imponer al mundo entero. Llamar dictador a Selensky en plena alianza prorusa parecería ser un despropósito, pero es también un posicionamiento frente a Europa y la OTAN. Trump parece empeñado en abandonar el orden liberal basado en reglas y que tanto ayudó EU a edificar después de la segunda guerra mundial. En todo caso, ahora que Trump está crecido tratando de dominar todas las regiones del globo, aparece también una disfuncionalidad interna. Domésticamente EU es un desorden: dos tercios de estadunidenses cree que el país no está en el camino correcto y cerca del 70 por ciento cree que la economía no está bien o es pobre su desempeño. La confianza del público está en 20 por ciento de haber estado en 40 en 2000. El amor al país esta cayendo también, con sólo 38 por ciento de estadunidenses que dicen que el patriotismo es muy importante ahora (en 2000 era del 70%). La polarización ha aumentado en el congreso y en ciertos sectores de la sociedad. Muchos dicen que estas condiciones son muy parecidas a las de la Alemania de Weimar. Otros relacionan este estado de cosas con lo que vivió la Unión Soviética en sus horas finales (incluida la descomposición de la gerontocracia). Y otros plantean de plano que EU se encuentra en el preludio de una guerra civil. Así que en estos momentos clave que está viviendo el orden internacional es factible pensar que la impostura de Trump frente a Ucrania y su soberanía (así como frente a Gaza) sea también una artimaña del trumpismo para esconder la crisis de descomposición que se vive en casa.
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