Vladimir Putin y Donald Trump siguen negociando la paz en Ucrania, pero sin Zelensky y sin los europeos. Y han llegado, el pasado martes, a un extraño acuerdo. De todas la propuestas de Trump suscritas ya por Zelensky en Riad, sobre la tregua, Putin aceptó que acordaría una tregua de un mes, pero sólo para detener los bombardeos contra la infraestructura energética de Ucrania (en el inter ambos actores siguen bombardeando hospitales y objetivos civiles). Además, condicionó el acuerdo a que Ucrania no se rearmara, se retirara de las zonas ocupadas por su ejército y no recibiera más el apoyo militar y de inteligencia de Estados Unidos y de Europa, acuerdo que el Kremlin publicitó a los cuatro vientos pero que en su comunicado de prensa Washington negó. O sea, una claudicación total por parte de Ucrania es lo que pide el autócrata ruso y que aparentemente Trump apoya, salvo el fin del apoyo militar a Ucrania. Según versiones de Trump, Zelensky apoyó este acuerdo y no objetó ninguno de los términos rusos. En todo caso, como dice Thomas Wright, el que fuera director senior de planeación estratégica del Consejo de Seguridad Nacional, Ucrania tiene considerable ventaja sobre Rusia en las negociaciones por venir, “en la medida en que Estados Unidos se ponga del lado de Kiev y adopte una estrategia negociadora que cree dilemas reales para Moscú”. ¿Será?
De acuerdo con información de inteligencia de la defensa estadunidense, las bajas de Rusia son de 700 000 soldados, un promedio de 1 500 por día. Y los intentos de Moscú por ampliar los acuerdos con Corea del Norte para que esta le suministre de más soldados, están muy lejos de ser exitosos, pues Corea del Norte ha perdido una suma mucho más alta de efectivos que la que calculaba Pyongyang. Por lo tanto, a Putin no le quedaría otra opción que hacer un llamado a las armas entre sus bases, todo lo cual pondría en evidencia su estrategia fallida y lo debilitaría a nivel interno ante los rusos ordinarios que más bien ya se estarían inclinando para acabar con la guerra. Lo mismo pasa en el frente de las sanciones, que, aunque Trump podría detener, pueden dirigirse a los 50 bancos y al sector energético, de tal forma que se le complique a Moscú su habilidad para financiar un guerra larga. Un efecto que anima a los apoyadores de sanciones dentro del aparato estatal estadunidense es que estas sanciones ya han impactado la inflación que sobrepasó el 9.5 por ciento y a las tasas de interés que subieron por encima del 21, hacia fines de 2024.
A todo esto, hay que agregar que el gobierno de Biden dejó preparado a Zelensky para combatir en el curso del 2025. El préstamo por 50 billones es un ejemplo de esto y de la eventual capacidad que Ucrania tiene para desestabilizar a Rusia en el frente de batalla. Esta situación ha llevado a Putin a depender más todavía de China, Corea del Norte e Irán en la forma de herramientas y maquinaria, componentes microelectrónicos y hasta hace pocas semanas, combatientes de Corea del Norte. Rusia le exige a Ucrania demandas que el propio Moscú no está dispuesto a ofrecer, como el congelamiento de toda ayuda militar y el fin del reclutamiento y entrenamiento militares. Además, Putin también quiere una solución a las causas de raíz del conflicto, todo lo cual significa para Rusia la desaparición de Ucrania como nación independiente, condición no negociable para Kiev. Está claro que esta es la postura de un hombre que no está dispuesto a comprometerse con nada, salvo lo que unilateralmente le convenga y frente a ese dilema es que se encuentra Trump en estos momentos. A pesar de su desprecio por Europa, el Estados Unidos de Trump tendrá que buscar eventualmente ese apoyo para legitimar su papel como mediador, legitimidad que la resistencia de Putin le está quitando ante todos los actores interesados en que esta guerra termine pronto.
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