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Los panzazos de Trump

Todos los intentos que Trump ha emprendido para conseguir la paz en dos zonas primordiales, Medio Oriente y Ucrania, han sido infructuosos o al menos malogrados, o incluso mal intencionados. El acuerdo de paz entre Hamás e Israel ha sido un fracaso en la Franja de Gaza. Si Estados Unidos no tiene el poder de contener las ínfulas expansionistas, militaristas e intervencionistas de Netanyahu, el acuerdo no será posible. Tal es el caso si observamos la cantidad de muertos que han causado los bombardeos de Israel desde que se firmó el acuerdo el 8 de octubre pasado. Y no se diga el incumplimiento de Hamás con el desarme que se estipuló en el acuerdo y la continuidad de sus desplazamientos en la Franja que han servido como justificaciones de Israel para atacar, de nuevo, a la población inocente de Gaza. Ambos actores han sido profundamente irresponsables y todavía más lo han sido aquellos aliados, como Estados Unidos, que han sido incapaces de contenerlos. Y mientras tanto Trump hace alarde de que su intervención fue decisiva para obtener el acuerdo total, que si algo tuvo de positivo fue que facilitó el intercambio de los rehenes israelíes y la liberación de presos palestinos. Nada más.
En Ucrania Trump ha propuesto un plan de 28 puntos. Este plan de paz para Ucrania diseñado por Estados Unidos y Rusia contempla que Kiev limite su Ejército a un máximo de 600.000 hombres después de la guerra, descarta la entrada de Ucrania en la OTAN y que el país invadido se retire del territorio que todavía controla en su región oriental del Donbás, que quedaría tras la guerra como zona desmilitarizada y sería reconocida de facto internacionalmente como rusa. El borrador, gestado en consultas directas con las autoridades rusas (excluyendo a los europeos y a Ucrania), incluye una lista de concesiones significativas por parte de Kiev que parecen alineadas con las demandas del Kremlin. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que presentará "alternativas" al proyecto, mientras sus aliados europeos reclamaron participar en cualquier proceso de paz. En este sentido un contra plan se puso en marcha en el cual, los países europeos establecen, entre otras cosas, que el tamaño del ejército ucraniano se limitará a 800 mil efectivos en tiempos de paz y la adhesión de Ucrania a la OTAN dependerá del consenso de sus miembros, que por el momento no existe. Asimismo, Ucrania podrá ser miembro de la UE y obtendría acceso preferente a corto plazo al mercado europeo mientras se evalúa su candidatura. El plan original de Trump establece 100 mil millones de dólares para la reconstrucción, que se tomarían de los fondos congelados a Rusia. Por su parte Europa pondría otros 100mil millones de dólares para dicha reconstrucción de la infraestructura ucraniana. Según el Washington Post, se trata de un millonario negocio de Trump, Steve Witkoff el enviado de Trump y su yerno, Jared Kushner, que pretenderían obtener cuantiosas ganancias personales en el proceso de reconstrucción.
Desde su regreso a la Casa Blanca, la postura del presidente estadounidense sobre la guerra en Ucrania fue oscilante. En pocos meses, pasó de llamar "dictador" a Zelenski a instarle a recuperar todo el territorio tomado por Rusia e imponer sanciones a Moscú. Se recordará aquella pregunta que, según el Financial Times, Trump le hizo a Zelensky: “¿podrías bombardear San Petersburgo y Moscú?” Y ahora resulta que la consigna de hacer dinero a costa de Ucrania se pone en evidencia descaradamente con la aparición del plan de paz para Ucrania. Mayor mezquindad y esquizofrenia imposible de encontrar.
Lo cierto es que esta hipócrita propuesta de paz que quiere instrumentar Trump, pone a Ucrania y a Europa ante una tremenda encrucijada: perder soberanía o un aliado estratégico para Zelensky que no puede prescindir de Estados Unidos para el logro de su cometido de establecer condiciones para el alto el fuego. En todo caso, estos vaivenes de Trump en sus oscuros manejos en los dos acuerdos mencionados, ponen en evidencia los desvaríos de la política exterior trumpista que peca de precipitación y desmedidas ambiciones personales.

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