El hipernacionalista, populista y extremista movimiento trumpista (con todo y Vance) pareció vivir su mayor luna de miel entre el 13 de julio, cuando Trump recibió un rozón en la oreja derecha en un claro (aunque polémico para el FBI) intento de asesinato a balazos en su contra en un mitin en Pensilvania, y el 21 de julio, cuando el presidente Biden decidió, por fin, dejar la candidatura del Partido Demócrata. Creo que con el encumbramiento de Kamala Harris como la candidata de los demócratas a la presidencia desde el día en que Biden renunció a seguir compitiendo y la señaló como su sucesora en la candidatura, ha puesto a Trump y al trumpismo a la defensiva. Si bien es cierto que después del atentado Trump aventajó hasta por cinco puntos porcentuales a Biden (Trump, en la Convención Republicana apareció como un iluminado y una suerte de mesías por su odisea), ahora con la emergencia de Kamala Harris, es ella la que aventaja a Trump por dos puntos (44 vs. 42 según Reuters/Ipsos del martes 23 de julio) y se encamina a ser la revelación de la campaña. ¿Por qué sucede esto?
Después de la etapa de pesadilla que, por su avanzada edad, padeció Biden, emerge una estrella inesperada que reúne características nada despreciables para el plural entramado que constituye el electorado estadunidense. Kamala Harris es representante de varias minorías estadunidenses, la negra y la asiática (la madre de Harris es india y su padre es afrojamaiquino). Es, además, un referente como funcionaria: fue fiscal de condado (Alameda) y de distrito (San Francisco) y luego fiscal general de California (seis años), posteriormente senadora, precandidata presidencial contra Joe Biden y posteriormente designada candidata a la vicepresidencia por Biden.
Es de resaltar que Harris representa un salvavidas para el sistema democrático de Estados Unidos que hoy en día padece de una polarización no vista en los pasados 40 años, la cual ha sido exacerbada por el discurso de odio que representan Trump y Vance, quienes han hecho declaraciones ofensivas contra Harris y contra las mujeres no madres del Partido Demócrata. A la campaña demócrata llegó una delfina que pretende reforzar las esquinas desprotegidas de la contienda que dejó abiertas Biden. Ha revitalizado al Partido Demócrata y logrado una recaudación de fondos récord en la historia electoral estadunidense: logró recaudar 126 millones de dólares (de un total de 1.4 millones de donantes, la mayoría nuevos) entre el pasado domingo cuando Biden declinó y ahora que Harris está en plena campaña. La agenda política había sido secuestrada por la extrema derecha gracias al empuje del trumpismo. Ahora mismo, sin embargo, pareciera que el arribo de Kamala Harris le ha inyectado un vigor a la contienda y al Partido Demócrata que Biden no tuvo la capacidad de producir. Por ejemplo, y dado que la clave de su triunfo estará en las minorías negra y latina, los jóvenes y las mujeres, Harris encabeza las encuestas en relación con estas minorías: un sondeo de la Universidad de Quinnipiac le da a Harris una mayoría de 54 puntos del voto afroestadunidense sobre Trump y posiciona a la vicepresidenta en un lugar de ventaja entre los votantes latinos. Además, la “favorabilidad neta” de Harris frente a Trump, mostrada en el documento que se hizo público el miércoles pasado, es de 21 por ciento entre las mujeres y de 25 puntos entre los jóvenes. Toda una revelación que ilumina el camino de Harris y puede oscurecer notablemente el de Trump y alterar drásticamente su estrategia de campaña en la que sobresale un simple afán por ofender y denostar al oponente (ya la llamó loca, por ejemplo). Además, las redes sociales se han llenado en las últimas horas de furibundos insultos misóginos y racistas contra Harris, dos patas cojas de las cuales Trump adolece y que han inspirado a los extremistas de su partido a enarbolar estas banderas discriminatorias. La extrema derecha está demostrando no tener una agenda clara frente a una candidata sorpresa y con virtudes atractivas para el votante, principalmente el indeciso, que generalmente es más moderado ideológicamente. El muy rápido posicionamiento de Kamala Harris en la escena política estadunidense la convierte ahora en la candidata a vencer y ciertamente el trumpismo se encuentra en una situación inesperada que puede rebasarlo y desmoronarlo, al grado de quitarle la iniciativa en los próximos cien días que quedan de campaña antes del 5 de noviembre, cuando se celebrará esta elección histórica y crucial para Estados Unidos y el mundo. En realidad, el único candidato senil que queda en la contienda es Trump, de 78 años, quien ya no puede terminar sus frases en forma coherente y tiene tantas lagunas mentales como las que hundieron a Biden. Así las cosas, frente a Harris, en muy poco tiempo, Trump se podría volver un pasivo y perder la elección a la presidencia para siempre.
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