La muerte de Nelson Mandela me deja con un gran vacío. También con una doble melancolía: la de haber perdido a un prohombre de la política y la de ser consciente de la gran falta que padecemos, en el mundo de hoy, de liderazgos de la grandeza del de Mandela. En estos tiempos de política de vacas flacas y de liderazgos de Estado decadentes en prácticamente todo el mundo, la política se queda en un estado de orfandad. Con la muerte de Mandela se nos fue uno de los íconos de nuestro tiempo. La grandeza de Mandela está a la altura de Gandhi y de Martin Luther King, quienes en su momento lograron sentar las bases, aún a costa de sus vidas, para lograr la transformación de un mundo en el que un sistema opresivo le impedía a una gran parte de hombres y mujeres a ser plenamente libres y soberanos como ciudadanos y como individuos. El liderazgo que pudo ejercer Mandela al salir de la cárcel en febrero de 1990 y posteriormente en 1994 cuando los sudafricanos lo eligen Presidente fue de fundament
Investigador Titular en el CISAN-UNAM y profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la FCPyS. Fue Profesor-Investigador visitante en el Lateinamerika-Institut de la Frei Universität, Berlin 2013-2015. Colaborador permanente en Deutsche Welle, Berlin. Realizó su Maestría en Sociología Política y el Doctorado en Relaciones Internacionales, por la London School of Economics and Political Science (LSE).